¡Muy buenas chic@s!
Últimamente estoy intentando
recuperar un poco el blog, he estado bastante liado con trabajo y otras
cosillas, pero aunque esté ocupado, he sacado un poco de tiempo para contaros
una pequeña historia de mi nueva vida en mi nueva ciudad.
Como os contaba hace un par de
meses en Twitter, me volví a follar a mi casera y no sabéis lo bien que me lo
pasé con ella…ya os contaré…pero por poneros un poco al día, y como todo tiene
un principio, os voy a contar como empezó todo.
Mi primer contacto con mi casera
fue cuando visité mi piso por primera vez. Su nombre es María Jesús y me
pareció una señora encantadora. A sus sesenta años (sí, sesenta, habéis leído
bien), tenía una apariencia física de lo más atractiva: con 1,70
aproximadamente de estatura, su piel era tersa y sin ninguna arruga debido a la
evidente utilización de buenos cosméticos, con dos lunares debajo de unos
labios finos, ojos marrones, con pelo largo, liso y castaño perfectamente peinado
con flequillo a un lado, se notaba que acudía a la peluquería con mucha
regularidad, ropa muy moderna y de apariencia cara, perfume caro…un encanto,
vamos.
En cuanto a su cuerpo…qué decir,
el día que la conocí llevaba botas altas con unos vaqueros ajustados en los que
se adivinaban unas piernas gorditas y unas caderas anchas, pero lo que más
destacaba de ella era su camisa blanca y suelta, que dejaba entrever su
canalillo y unos abundantes pechos.
Desde el primer momento me hizo
tilín, vamos, que me gustó, por lo que cultivé una buena relación con ella,
vivía muy cerca de mi casa y nos veíamos con regularidad, así que aprovechaba
cada encuentro para ser extremadamente cortés y halagador, a lo que ella
siempre correspondía de una forma amable y simpática.
Como os decía, María Jesús me
daba muchísimo morbo, no solo por el hecho de que era mi casera, sino sobre
todo por su edad, ya que nunca había follado con una mujer de tan “mayor” y en
tan buen estado de conservación, por eso adopté una táctica de acercamiento y
ver como se desenvolvían los acontecimientos. Y por suerte, no tardaron en
hacerlo.
El primer “contacto” fue
iniciándose el verano. Algunas de sus cartas llegaban a mi casa y normalmente
yo se las llevaba, pero ese día, ella subió a mi casa a por ellas. Entró,
estuvimos charlando cordialmente como siempre, la di las cartas, y como buen
anfitrión la acompañé hasta la puerta, eso sí, fijándome en su maravilloso
culo, y es que llevaba unos pantalones blancos ajustadísimos, tanto que se
podían adivinar sus bragas a través de ellos. Estaba tan centrado en su trasero
que no me di cuenta del espejo que tengo en la entrada, a través del cual no
solo pude verme reflejado a mí mismo, sino que también pude ver a María Jesús
dándose cuenta de que la estaba mirando el culo…pero amig@s … tras ese instante
de sobresalto en el que piensas vaya, me han pillado, vino el de satisfacción,
ya que no me pasó desapercibido que a ella no la había molestado en absoluto, y
tras llegar a la puerta, se dio la vuelta con una enorme sonrisa y se despidió
de mí con dos besos…quizás demasiado cerca de la boca.
¿Qué debía pensar? ¿Era una
invitación a “algo más”? La verdad es que no hacía más que tener fantasías y
masturbarme pensando en ella, pero lo que sí que tenía claro es que debía de
seguir así, que debía acercarme aún más a ella y ver si podía conseguir tener
algún otro encuentro, pero la suerte, en este caso mala, me vino a ayudar: una
gran gotera.
Como buena casera, María Jesús
vino al día siguiente de que la llamara, y lo que me encontré al abrir la
puerta fue un tremendo espectáculo… Llevaba un vestido blanco muy veraniego, de
tirantes, justo por encima de las rodillas y con un gran escote, lo cual, unido
a lo ajustado del mismo, hacía destacar unos pechos de gran tamaño.
De esta forma, tras entrar en mi
casa y comprobar la gotera, subió a hablar con mi vecino de arriba. A María
Jesús se la notaba el aire de mujer con carácter, pero debo decir que lo que
presencié superó todas mis expectativas, y es que al parecer la relación de
vecindad nunca había sido buena, por lo que tras informar de los desperfectos
de mi casa, se precipitaron los acontecimientos y lo que comenzó como una
conversación amistosa, acabó convirtiéndose en una de las discusiones más
fuertes de las que he sido testigo en toda mi vida, con lo que me vi obligado a
subir en su auxilio ya que María Jesús estaba verdaderamente fuera de sí, así
que tras poner paz, la agarré del brazo con autoridad, y sin una gran
resistencia, la dirigí a mi casa para que se tranquilizase mientras no dejaba
de gritar al vecino de arriba.
Una vez dentro de mi casa, la
senté en el sofá del salón, la acerqué un vaso de agua y pasó de la más extrema
de las furias, a romper a llorar de una forma casi histérica, y claro, yo no
tuve otra alternativa que sentarme a su lado, y abrazarla a modo de
consolación…pero lo que yo quería era “consolarla” de otra forma…así que
mientras ella se abrazaba a mí y lloraba en mi hombro, hice un movimiento
magistral: la aparté un poco la cara para ponerla a un palmo de la mía
sujetando suavemente su barbilla con mi mano izquierda, y mirándola a los ojos
la besé en los labios.
Ya había dado el paso final,
ahora la tocaba a ella reaccionar, así que despegué mis labios de los suyos y
se me quedó mirando con una gran cara de sorpresa que podía significar
cualquier cosa, por lo que ante la duda, introduje mi lengua en la suya y esas
dudas quedaron resueltas, porque ambas lenguas comenzaron a moverse con
tranquilidad y pasión.
Aprovechando la ocasión, mientras
la besaba, mis manos se pusieron a trabajar, primero acariciando sus piernas y
poco a poco subiendo. Con el fin de que no se arrepintiese y me dejara con todo
el calentón, pasé a acariciar sus pechos por encima de su precioso vestido,
para con suavidad bajar lentamente la cremallera e ir dejando caer sus
tirantes, bajando su vestido poco a poco hasta la cintura y observando de reojo
un precioso sujetador blanco que a duras penas podía mantener recogidos sus
grandes senos, sujetador que no tardé en desabrochar para dejar al aire esas
tetas que me estaban volviendo loco. Eran grandes, una talla 100, con unas
aureolas oscuras y lo que me pareció más interesante, unos grandes y
provocativos pezones, unos pechos tan bonitos que me vi obligado a apartar mi
boca de la de María Jesús para poder acariciarlos y besarlos, lamerlos y darles
pequeños mordiscos…aquello estaba claro que la estaba gustando, su respiración
se estaba haciendo más rítmica y profunda, podía ver de reojo que ella había
cerrado los ojos para centrarse en disfrutar, lo cual me quedó claro cuando con
su mano derecha agarró uno de sus pechos y con el otro sujetó mi cabeza para
que no dejara de hacer lo que estaba haciendo…
No quería que aquello parase, así
que con un breve y decidido movimiento, acabé por quitarla el vestido y por
sacarla sus bonitas bragas blancas para dejar al descubierto su coño. Como es
lógico, eché un primer y detallado vistazo a “sus partes más íntimas”. Era más
bien peludo, se veía que no pensaba usarlo y se lo había arreglado solo para ir
a la playa, y su vagina era grande y con los labios internos sobresaliendo a
los externos, no se puede decir que fuera un coño apetecible, pero me apetecía
probarlo y observar las reacciones de mi compañera, así que me puse de
rodillas, la abrí por completo las piernas y mi lengua comenzó a trabajar con
su clítoris, moviendo mi lengua en sentido circular y cambiando de dirección…no
había hecho más que empezar y ese coño estaba ya verdaderamente húmedo, así que
aprovechando ese lubricante natural, introduje mi dedo anular en su vagina,
notando el estremecimiento de María Jesús y un apagado gemido…aquello la estaba
gustando, así que seguí con ese movimiento tan placentero para ella, y como
pude observar que aquello la estaba excitando de verdad, introduje otro dedo.
Tras introducir el segundo dedo
en su coño, noté un nuevo estremecimiento y un pequeño suspiro, aquello parecía
que realmente la gustaba, así que empecé a mover mis dedos rítmicamente,
metiéndolos y sacándolos, acompasándose los suspiros de María Jesús con el
movimiento de mis dedos en su vagina, aquello la estaba excitando de verdad,
sus suspiros se convirtieron en gemidos hasta que se corrió con un sonoro
suspiro, agarrando mi cabeza con tal fuerza y acercándola tanto a su coño que
casi me dejó sin respiración…
Aquello no había hecho más que
empezar. Con mi casera medio tumbada en el sofá y mirándome con cara de no
creerse lo que estaba pasando, me puse de pie y comencé a desnudarme,
quitándome la camiseta y desabrochándome el pantalón poco a poco para darle aún
más interés, tras lo cual, y ante la atenta mirada de mi compañera sexual, me
quité mi ropa interior, enseñándola mi polla totalmente erecta, dándola un par
de sacudidas delante de ella para que pudiera apreciar con claridad lo que se
la venía encima, con lo que una vez que yo también me encontré totalmente
desnudo, la cogí de la mano y con este gesto la llevé a mi dormitorio.
La dejé sentada en la cama con mi
polla delante de la cara, a lo que ella reaccionó acariciándome el miembro y
masturbándome lentamente, lo suficiente para mantener mi erección mientras me
colocaba un condón, tras lo cual la
tumbé y la penetré sin mayores contemplaciones, yo de pie y ella en el borde de
la cama, metiéndosela tan adentro como ella pudo recibirme, ya que exhaló un
gemido de dolor medio apartándome con sus brazos, signo inequívoco de que su
coño no podía aguantar toda la grosura de mi pene dentro de ella, mientras me decía entre susurros:
- Despacio…no me la metas toda
aún…
Y muy obediente, eso hice, se la
fui metiendo poco a poco, despacio, desde mi posición no podía dejar de admirar
la vista, ver a toda una mujer de 60 años “despatarrada” para mí, con el
movimiento ondulante de su flácida barriguita, los ojos cerrados, el pelo en la
cara, acariciándose lo pechos…estaba encantadora…pero ese movimiento me estaba
resultando ya monótono, así que flexioné sus piernas para colocar sus pies
contra mi pecho y me tumbé sobre ella, siguiendo obedeciendo su mandato de no
metérsela entera, abriendo María Jesús sus ojos ante este cambio, y tras
comprobar cómo me había colocado, volvió a cerrarlos y a agarrarse sus pechos,
lamiéndose los pezones y estirándoselos todo lo que podía…
En esta postura estaba viéndola
disfrutar, estaba comenzando a gemir y su coño estaba excepcionalmente mojado, me
estaba poniendo muchísimo, por lo que decidí que ese era el momento de olvidar
su orden y metérsela entera, así que la abrí por completo las piernas, me tumbé
sobre ella y la penetré por completo. La reacción de mi casera fue instantánea,
abrió los ojos como platos lanzando un gran grito entre el dolor y el placer
que rompió sus apagados gemidos, grito que se fue repitiendo y acrecentando con
cada una de mis embestidas, sus ojos seguían abiertos mientras me observaba ahora
casi fuera de sí, sus gritos se convirtieron en aullidos perfectamente audibles
-¡Así! ¡Así!- gritaba, y mientras yo cada vez aceleraba más el ritmo, María Jesús
lanzó un nuevo grito dentro del catálogo que me estaba mostrando, esta vez casi
animal, con los ojos casi fuera de sus órbitas, y su cuerpo comenzó a sacudirse
como intentando cerrar las piernas, a lo que yo respondí metiéndosela y
sacándosela aún más rápido y más profundo…y no tardé en adivinar el por qué de
ese extraño comportamiento, y es que a raíz de ese terrible orgasmo que mi adorable compañera acababa de sufrir,
no solo había perdido por completo la cabeza, sino que también había perdido el
control de su esfínter, es decir, que se estaba meando encima.
Me resultó verdaderamente curioso
observar aquello, y es que al cubrir mi polla toda su vagina, ésta estaba
haciendo de tapón a la salida de su orina, dejando escapar solo salpicaduras
como consecuencia de mi movimiento dentro de ella, hasta que se la saqué y tras
un momento de expulsión de pis como si saliera de un geiser, comenzó a salir un
chorrito casi imperceptible que pronto paró, pero que dejó una gran mancha en
mis sábanas.
En el instante en el que la
fuente que manaba del coño de María Jesús paró, se llevó su mano derecha a sus
partes, y con los ojos cerrados y medio jadeando como si acabara de correr una
maratón, no dejaba de susurrar perdón, perdón…y claro…como os podéis imaginar,
aquello me excitó aún más…ella ya se había corrido dos veces, yo aún no, y
quería disfrutar aún más de ella, así que mientras ella intentaba recuperarse,
la dije:
- Ponte a cuatro patas, ahora
quiero follarte por detrás.
Y eso hizo, se colocó como la
pedí, yo detrás de ella, y de esta forma, comencé a pasar mi mano por su coño,
acariciándolo, notando lo mojado que seguía estando, pasando mis dedos por su
clítoris, y después introduciendo dos dedos en su vagina, moviéndolos dentro de
ella para masturbarla…ella empezaba otra vez con sus suspiros y gemidos
ahogados, así que dado que su coño seguía más que húmedo, y ante mi intención
de volvérsela a meter, me susurró:
- No me la metas como antes…ya
has visto lo que me ha pasado…
Pero hice todo lo contrario y la
penetré hasta dentro, reaccionando María Jesús con uno de sus gritos y con un
intento de huida que yo evité sujetándola por las caderas y atrayéndola hacia
mí, esta vez hice todo lo contrario de lo que me pedía y con un ritmo rápido,
cada una de mis profundas penetraciones eran contestadas por un grito de mi
querida casera, pero como deseaba que aquello siguiera, la di un respiro y con
una embestida brutal penetrándola lo más profundamente que pude, puse un ritmo
más tranquilo.
De esta forma, penetrándola lentamente
por detrás, la visión de su ojete me estaba resultando tentadora, con mis lentas
y pronunciadas embestidas, estirando su culo podía observar cómo se iba
abriendo y cerrando, así que mientras sujetaba su cadera con mi mano izquierda
y seguía metiéndola mi polla, comencé a acariciar con mi pulgar derecho ese
bonito agujero.
Aquello parecía que la estaba
excitando porque ahora era ella la que se movía retándome a follarla más
rápido, por lo que por el momento dejé que ella marcara el ritmo que la resultara
más cómodo, si bien aquello no dejé que durara, ya que en uno de sus
movimientos, mi dedo gordo se introdujo en su culo a la vez que yo la pegué una
profunda acometida.
Su reacción fue un nuevo respingo,
levantó la cabeza que hasta ese momento tenía gacha, junto con un grito
entrecortado, es decir, aquello la había gustado, así que aceleré el ritmo con
mi polla entrando y saliendo de su vagina y con mi dedo haciendo lo mismo en su
culo, y una vez más, pasó de sus gemidos a los gritos, estaba volviendo a
perder la cabeza y no tardó en correrse de nuevo, con un gran espasmo junto a
unos gritos salvajes, y nuevamente acompañados de un chorrito de orina, que
esta vez dejé salir libremente, ya que al notar su micción, saqué mi pene de su
interior.
Yo ya no iba a poder aguantar
mucho más, así que me quité el condón y con María Jesús aún a cuatro patas,
totalmente despeinada, con cara de desorientación y de duda por intentar
adivinar qué era lo que iba a hacer, me coloqué al borde de la cama, justo al
lado de ella, y la introduje mi polla en la boca, entendiendo en ese momento a
la perfección lo que quería, que no era otra cosa que me la chupara, y de esta
forma comenzó a lamérmela, lo cual hizo cerrando sus labios alrededor de mi
verga y haciendo el movimiento de masturbación con su boca.
No tardé en darme cuenta de que
ese no era el fuerte de María Jesús y de que de esa forma no me iba a correr,
así que la ordené que se sentara en la cama y colocando mi pene entre sus
generosas tetas, las apreté y me comencé a masturbar con ellas ante su atenta y
divertida mirada, y es que era verdaderamente excitante para mí hacerme una
“cubana”, pero más lo fue cuando ella me dijo:
- Déjame a mí…
Y apartándome las manos, se
agarró sus fenomenales tetas y comenzó a masturbarme con ellas, y debo decir
que lo hacía genial, tanto que yo me puse a gemir de placer como forma de
hacerla saber que lo estaba haciendo muy bien, y ella lo entendió perfectamente
porque aceleró el ritmo de sus tetas, me estaba excitando enormemente y además
aquello la estaba poniendo:
- Esto te gusta ¿verdad? Te
gustan mis tetas, ¿eh? Pues vamos, córrete en ellas…dame toda tu leche…
Y así aceleró más y más…hasta que
con un gran escalofrío me corrí de una forma más que abundante sobre ella…
Al abrir los ojos y mirarla, la
vista era maravillosa: María Jesús tenía cada pelo por un lado y con la boca
abierta miraba mi polla y mis últimas sacudidas expulsando semen, parte de mi
corrida colgaba de su barbilla y el resto aparecía esparcida por su pecho, y
todo escurría por sus tetas, no podía ser mejor…
Tras terminar, la di un beso en
la boca y ella se fue al baño para limpiarse todos los restos que la había
dejado.
No tardó en salir y volver al
salón donde se encontraba su ropa y donde yo la esperaba aún desnudo, y
mientras ella se vestía, yo la abracé por detrás aunque ella no hizo mucho
aprecio…en apenas cinco minutos la pasión se había transformado en un rostro de
vergüenza y cierto arrepentimiento…pero yo ya había hecho lo que quería hacer y
eso era lo importante, porque a pesar de que tras vestirse se despidió con dos
besos formales y un hablamos, yo sabía que ella me había probado y la había
gustado, es decir…seguro que repetiría.