¡Muy buenas amig@s!
Hoy toca relato, y como de todas las
historias sobre mi vida sexual, la que más visitas ha tenido ha sido la que os
conté sobre la pérdida de mi virginidad con mi tía Merche, se me ha ocurrido
que os debería de contar como me la volví a follar.
Como os conté en mi anterior relato, le estoy muy agradecido
a mi tía Merche porque fue ella quien me desvirgó a la tierna edad de los
quince añitos, fue mi auténtica profesora en lo que a sexo se refiere, el
verano que pasé en su casa follé con ella a diario y me enseñó prácticamente
todo lo que necesitaba saber sobre el tema, pero ese verano pasó y además del
verano pasó mucho tiempo, ya que mis visitas al pueblo se fueron distanciando
en el tiempo, y las veces que iba, no se dio la posibilidad de estar a solas
con ella.
Pero felizmente, acabó dándose la ocasión, y es que
nuevamente, debido a obras en mi casa, yo me tuve que alojar en casa de mis
tíos.
Sinceramente, no tenía muy claro qué podía pasar, por un lado
porque no sabía cuál era la situación entre nosotros después de tanto tiempo,
mi sensación era de que para ella lo que tuvimos estuvo bien pero ya acabó, de
hecho nunca volvimos a hablar sobre el tema porque como os decía, nunca
estábamos solos, y por otro lado, el tiempo había pasado sobre todo para
Merche, había ganado bastantes kilos y ya no era la belleza madura que fue
aquel verano…aun así, como siempre he sido muy inquieto sexualmente, no me
gustaba la idea de perder la ocasión de ver cómo había evolucionado, ni de
demostrarla a ella lo que había aprendido en todos estos años.
Por aquella época, yo tendría veinticinco años
aproximadamente y Merche andaría rondando los cincuenta. Como os decía, su
cuerpo había cambiado, nunca había sido esbelta, pero en ese momento se puede
decir que estaba gorda, se adivinaba una prominente barriga por debajo de su
ropa y unas caderas bastante más anchas de lo que recordaba, pero a pesar de
todo, no había perdido su atractivo, y es que su nariz afilada y su rostro
joven disimulaban los kilos adquiridos, si bien eran sobre todo sus ojos azules
claros lo que daban al conjunto una belleza apetecible, pero no os voy a
engañar, lo que de verdad me acercaba a ella era su recuerdo y ante todo, el
morbo de que fuera mi tía.
Pues bien, como os podéis imaginar, a esa edad había perdido
por completo la poca inocencia que me quedaba y entendí que dado lo que había
pasado entre nosotros, podía atreverme a hacer lo que quisiera porque pasara lo
que pasara, estaba seguro de que iba a ser nuestro secreto, así que una vez
decidido que iba a pasar varias noches en casa de mis tíos, sabía que me iba a
follar a Merche, o al menos lo iba a intentar, así que como necesitábamos
distribuirnos en varias casas, yo, muy sufrido, propuse pasar las noches en la
casa de mis tíos.
Cuando les pregunté si podía quedarme en su casa unos días,
debo decir que la primera parte de mis dudas quedaron resueltas, y es que nada
más hacer la pregunta, Merche contestó alegremente que por supuesto que podía
quedarme, me preguntó cuántos días iba a estar y cuando iba a instalarme, todo
ello con una gran cara de felicidad, por lo que asumí que por su parte no iba a
haber ningún problema, ni en que me quedara, ni en darme todo lo que quisiera…
Llegó el día y llegué por la noche a casa de mis tíos con mi
maleta, dejándome quedarme en la misma habitación donde había estado años atrás
y que tan buenos recuerdos me traían…tras lo cual cenamos y vimos un poco la
televisión sentados en el sofá, yo al lado de Merche y poniéndome cada vez más
cachondo sobre lo que iba a pasar al día siguiente…y cuando dijo mi tío que se
iba a la cama, yo también dije que me iba a dormir alegando que estaba cansado,
todo ello ante la mirada desconcertada y desaprobatoria de Merche, lo cual me
dio que pensar que ella tenía otros planes para mí esa misma noche… pero no era
mi caso, y es que lo tenía todo más que planeado…
Sonó el despertador, las 9 de la mañana, mi tío iba a estar fuera
hasta las 4 de la tarde, mi tía llegaba a las 11 de trabajar, y mi plan
empezaba. Nada más levantarme fui a la habitación de mi tía para abrir todos
sus cajones y ver qué podía encontrar…y no tardé en cumplir mi misión,
recordaba donde guardaba su ropa interior y me puse a verla, nada del otro
mundo, ningún tanga, los conjuntos de bragas y sujetadores blancos y negros,
eran la paleta de colores de su ropa interior, salvo un conjunto de color verde
oscuro y un body negro que tenía claro que hacía tiempo que no usaba…y por fin
lo encontré, sabía que Merche tenía que tener algo así: un consolador negro con
forma de polla de considerables dimensiones. Una vez localizado, volví a
colocar en el cajón el muestrario de bragas y sujetadores y recogí mi botín en
forma de consolador para llevármelo a mi habitación a la espera de la llegada
de mi tía.
Escondido en mi habitación como si estuviera dormido, llegaron
las 11 y una vez que pude deducir que Merche se había cambiado de ropa, me
levanté a desayunar y fui en pijama a la cocina, donde escuchaba que ella se
encontraba fregando la vajilla.
- Buenos días Merche, ¿Qué tal?- Fue mi presentación.
- ¡Buenas!- Dijo girándose hacia mí- ¿Has dormido bien?-
añadió interesada mientras se secaba las manos.
- Sí, muy bien- respondí mientras me preparaba un vaso de
leche- Voy a ver si desayuno…-
- Muy bien, así podemos hablar-
¡Vaya qué sorpresa! ¿De qué querría hablar conmigo? Aquello
en cierta medida me sorprendió, pero como ya tenía decidido lo que iba a hacer,
no me importó para nada, es más, esa duda sobre el tema de nuestra conversación
me excitó en cierta medida, así que me senté en una silla al lado de la mesa
como un niño bueno y esperé los acontecimientos.
Merche se sentó a mi lado en aptitud dialogante y empezó:
- Cuéntame ahora que estamos solos…¿Tienes muchas novias?
- Bueno…no tengo novia, solamente amigas- respondí haciéndome
el interesante.
- ¡No me digas! Pues haces más que bien, que eres muy
jovencito, luego te casas y ya ves…pasan los días y como si fueras un mueble…
- No digas eso, no me puedo creer que te sientas así…
- ¿Qué no? Tú tío ya ni me toca…- y mirándome de forma
insinuante, añadió- si supieras lo que me acuerdo de ti…-
- ¿De mí? ¿Y eso por qué?- Respondí fingiendo sorpresa.
- Bueno…- dijo sonriendo- disfruté mucho durante ese
verano…me hiciste sentir mujer…- y susurrándome al oído añadió - y he pensado
que esta semana podríamos pasarlo muy bien juntos…- finalizando su propuesto
con un mordisco en el lóbulo de mi oreja derecha.
No la respondí. Simplemente me levanté y salí de la cocina
disfrutando de su expresión asustada y totalmente desconcertada… desde luego
que no esperaba para nada esa reacción, pero cuando me vio entrar de nuevo en
la cocina con su consolador de la mano, la apariencia desolada que me encontré
a mi vuelta cambió a una cara de enorme felicidad, solo la faltó aplaudir:
- De momento quiero que juegues con esto…quiero verte-
E inmediatamente me lo quitó de mano y se lo metió en la boca
simulando una mamada mientras yo colocaba una de las sillas en el centro de la
cocina, la cual ocupé yo, y la otra justo enfrente, la cual la indiqué que
ocupara ella.
Antes de sentarse, y ante mi atenta mirada, Merche se
desabrochó por completo la bata y la dejó en el suelo, luciendo un sujetador y
una braga blanca bastante comunes, tras lo cual se desabrochó el sujetador,
dejándolo igualmente en el suelo.
En esos momentos, mientras miraba como se quitaba la ropa, me
di cuenta de lo que significa el paso del tiempo. Como os comentaba
anteriormente, Merche había engordado bastante, en su desnudez pude observar
unas gigantescas tetas, ahora verdaderamente caídas y con alguna que otra vena
haciéndose notar dada la palidez de mi amante, una prominente barriga y unos
“michelines” que desbordaban por encima de sus bragas, pero lo que más me llamó
la atención fue otra cosa, su culo, el cual recordaba prieto y que en ese
momento era grande, fofo y con celulitis…
En cualquier caso, ahí estaba yo, no había marcha atrás y
Merche se había sentado en su silla para enseñarme como utilizaba su
consolador. Había dejado su aparato de placer al lado de su asiento y se empezó
a sobar las tetas, apretándoselas y lamiéndolas, unas veces cerrando los ojos y
otras mirándome a mí, se la veía en extremo excitada, medio abriendo la boca
enseñándome su dentadura…una de sus manos se deslizó por debajo de la braga y
en ese momento exhaló un suspiro, se podía adivinar como jugueteaba en su coño
mientras con la otra no dejaba de acariciarse los pechos hasta que decidió que
su ropa interior era un estorbo y decidió sacársela, apareciendo un coño peludo
y cogiendo su consolador susurró:
- Ahora vas a ver lo que hace tu tiita con esto…-
Nada más cogerlo, se lo introdujo en el coño echando la
cabeza hacia atrás y lanzando un fabuloso gemido…se lo metió un par de veces
sonando el inconfundible ruido de coño mojado…chof, chof y se comenzó a frotar
la punta con su clítoris en movimientos circulares y de arriba abajo…desde
luego, viendo lo que estaba viendo, tenía la polla como una auténtica piedra, y
al comenzar a verla disfrutar con su aparatito, empecé a acariciarme por encima
del pantalón del pijama sin quitarla el ojo de encima:
- Enséñame cómo la tienes…- me dijo medio jadeando.
Y eso hice, me quité los pantalones del pijama, me recosté en
mi silla y me la di un par de estirones para que se izara tras el cautiverio al
que la había sometido y que ella pudiera verla perfectamente, y justo en ese
momento Merche se agarró uno de sus pechos y se metió casi por completo su
consolador en el coño con otro gran gemido, tras lo cual aceleró su ritmo de
entrada y salida, suspirando y gimiendo:
- ¿Ves lo que hace tu tiita? ¿Quieres metérmela, verdad?
¿Quieres follar a tu tiita, eh?
Esto y otras cosas que no entendía eran las que no dejaba de
repetir, Merche era muy dada a perder la compostura conmigo, sabía que el “incesto”
la excitaba mucho y yo estaba disfrutando muchísimo viéndola, pero no podía
aguantar más así, por lo que me desnudé por completo mientras ella seguía
masturbándose, me coloqué a su espalda y comencé a disfrutar del tacto de sus
enormes tetas a la vez que mordía los lóbulos de sus orejas y besaba su cuello,
lo cual fue recibido por un aumento del ritmo del consolador en el coño de mi
tía y gemidos a un volumen más alto:
- ¡Dame tu polla!- Saltó Merche de repente interrumpiendo sus
gemidos y agarrándomela con su mano izquierda, casi a traición, metiéndose mi
pene todo lo dentro que pudo, pero no era el momento en el que quería que me la
chupara, por lo que con un gesto que la dejó desconcertada por un momento, le
arrebaté lo que quería y desde mi posición agarré su consolador y comencé a
masturbarla yo, metiéndoselo y sacándoselo del coño, disfrutando del sonido
acuosos de su mojadísimo coño y observando de cerca la cara de Merche, con los
ojos cerrados, la cabeza echada hacia atrás gimiendo como una loca, hasta que
por un momento se centró en mi cercanía y sus gemidos callaron por un momento
dándome un beso introduciendo su lengua con fuerza y con rudeza, sabía que no
iba a tardar en correrse.
- Así, así, así hazlo así, sigue así- decía mirándome a los
ojos a la distancia de un palmo.
- Házselo así a tu
tiita- continuó…y ahí ya llegó.
Abrió su boca por completo, lanzando un grito de placer que
duró durante al menos los cinco segundos que seguí penetrándola con su aparato
a una velocidad vertiginosa, porque lo abandoné dentro de su vagina y
aprovechando que seguía disfrutando su orgasmo con la boca abierta, yo se la
introduje justo ahí, en su boca.
Fue placentero observar cómo mientras seguía corriéndose me
empezó a chupar la polla con la misma maestría que recordaba, y es que la
recordaba como una auténtica maestra del sexo oral, se metía mi polla en la
boca casi entera y no tenía necesidad de usar sus manos nada más que para poder
respirar o acariciar mis huevos…
- Cómeme el coño- Me pidió sacándose mi falo de la boca.
Nunca he tenido el más mínimo reparo en practicar sexo oral,
es más, me resulta placentero, pero es que ese día Merche tenía el coño sin
arreglar en absoluto, tenía muchísimo vello, y si bien estéticamente no me
resulta desagradable ese tipo de coños, no me resulta lo más cómodo para
disfrutar de un buen “cunnilingus”.
- No, te voy a follar, ¿o no quieres?- elegí como alternativa
- Sí, fóllame, te quiero dentro de mí- respondió ella casi
abstraída, poniéndose de pie y dirigiéndose a la encimera de la cocina…no podía
dejar de fijarme en su cuerpo rollizo, en sus anchos muslos y su celulitis,
pero no podía negar que me lo estaba pasando muy bien y que sabía que podía
pasarlo aún mejor.
Una vez que llegó a su destino, se flexionó levemente, se
pasó la mano derecha por su coño, y me dijo:
- Fóllame aquí-
Y eso hice. Me coloqué detrás y como ella había hecho
anteriormente, pasé la palma de mi mano por su coño comprobando que más que
mojado estaba chorreando, por lo que sin más contemplaciones, sujeté su gordo
culo y se la metí por detrás lanzando ambos un simultáneo gemido.
- Joder qué mojada estás…- indiqué, obteniendo como respuesta
nuevos gemidos a los que fui acompañando yo con los míos.
Sabía que a Merche la excitaba sobre manera que la hablaran,
que la insultaran, que la trataran con cierta rudeza, no por adivino, sino
porque lo recordaba de “sus maravillosas clases de verano” cuando tenía 15
años, y como había deducido, lo que más la excitaba de nuestra relación es que
yo fuera su sobrino, así que anduve ese camino:
- Te gusta cómo te folla tu sobrinito, ¿eh?
- Sí…fóllame así- respondió ella casi con rabia, moviéndose
más hacia mí de tal manera que ahora mi polla entraba casi en su totalidad en
su vagina agarrándome yo con fuerza a sus michelines como si se me fuera a
escapar.
Merche no dejaba de gemir con cada una de mis envestidas,
apoyó la cabeza encima de la encimera de tal forma que ahora mi pene entraba en
su totalidad ayudado por la lubricación natural de su coño, no dejaba de
escucharse el chapoteo procedente de su coño, y de esta forma la penetré
frenéticamente convirtiendo los gemidos de mi tía en un largo grito
entrecortado por mis ininterrumpidas penetraciones.
Una vez terminó de correrse, saqué mi pene, la di un azote en
su flácido trasero, provocando un temblor en sus carnes, y la ordené que se
pusiera a cuatro patas. Obediente, se colocó como la había ordenado en medio de
la cocina y al abrirle los grandes mofletes para volvérsela a meter, saltó a mi
vista su ojete.
Como todo el resto de su cuerpo, esta era otra parte
descuidada, con algún que otro granito en el culo y con algunos pelos en su
raja, tenía una pequeña parte sobresaliente, casi retadora, así que comencé a
lamérselo, primero de arriba abajo y después realizando movimientos circulares,
si bien dadas las dimensiones del trasero de mi tía, tenía la cabeza
prácticamente enterrada en su culo, por lo que tenía que apartar la cara para
poder respirar, lo cual no era impedimento para seguir dando placer a mi
compañera, ya que mientras respiraba, la masturbaba por detrás frotando su coño
con su mano.
Aquello la estaba volviendo loca, tenía el coño literalmente
chorreando y con el doble placer que recibía tanto por vía vaginal como por vía
anal no dejaba de gemir y de decir:
- Cómete el culo de tu tiita…aaaah…así….cómetelo…aaaaaahhh-
Otra vez estaba a punto de correrse y yo tenía ganas de
volvérsela a meter, de manera que eso hice, separé un poco sus flácidos y
celulíticos muslos para poder tener cierto contacto visual con su humedísimo
coño y con un ligero y certero movimiento se la metí hasta el fondo. Aquello no
se lo esperaba:
- ¡Joder! ¡Cómo la tienes!- gritó sorprendida.
Y de esta forma, teniéndola a cuatro, patas empecé a follarla
primero lenta y profundamente, para que notara de verdad las dimensiones de mi
polla dentro de ella, lo cual logró su objetivo, ya que cada penetración era
recibida con un gemido:
- ¿Te gusta follarme así?- me preguntó.
- Sí…me gusta follarte a cuatro patas…-respondí
- ¿Has visto qué puta es tu tiíta?- volvió a preguntar. Yo no
sabía si esa pregunta era para mí, pero decidí sumarme a ello.
- Sí…-y en ese momento aceleré el ritmo, empecé a penetrarla
mucho más rápidamente, en un movimiento que iba casi desde el principio de su
vagina hasta la mayor profundidad que podía alcanzar dentro de ella -…eres muy
puta…te dejas follar por tu sobrino…puta…-continué diciéndola lo que quería
escuchar.
Era verdaderamente hipnotizante ver los bamboleos de su grasa
con cada una de mis acometidas, se formaba una pequeña ola originada con los
golpes de mi vientre en su culo que se iba extendiendo por la grasa de los
michelines, el único apoyo firme eran mis manos sujetando su trasero mientras
la follaba, yo estaba muy excitado y toda esta escena a mi tía la excitaba sobre
manera, no paraba de gemir y después no dejaba de lanzar gritos de “fóllame
así”, que pasaron a ser “así”, hasta que en un así la i se hizo mucho más larga
y finalizó con un nuevo grito casi animal que volvía a entrecortarse por mis
acometidas.
Tras este nuevo orgasmo de Merche, teniendo en cuenta que la
tenía durísima, y que situado como estaba detrás de ella, no dejaba de ver su
pequeño ojete decorado por algún que otro pelo abriéndose y cerrándose, me dije,
se la voy a meter por el culo, así que separé sus gigantescos muslos, me agarré
mi pene y se la metí por detrás:
- ¡Por el culo noooooo!- Gritó Merche casi a la desesperada,
y volviendo en sí tras su orgasmo al encontrarse con parte de mi polla en su
ano.
- Sí, por el culo sí- la respondí autoritario- -¿O no le vas
a dejar a tu sobrinito follarte por el culo?- añadí algo más conciliador.
- Solo un poco…no me cabe más…- respondió ella algo más
tranquila.
Así que seguí follándola el culo, no metiéndosela entera sino
poco más que la punta, no tenía el ano dilatado y dada la ausencia de
lubricante, no quería tampoco hacerla daño. Notaba a Merche en tensión, casi
con miedo del estropicio que podría ocasionar mi pene en su recto, así que para
relajarla un poco, me puse a gemir un poco y a darla un poco de conversación.
-Ummmm…qué culo tienes…sabía que ibas a dejar que te la
metiera...-
Ella seguía en tensión, notaba que aquello no la estaba
resultando especialmente placentero ya que fue el único momento en el que ni
gemía, ni decía barbaridades, simplemente expulsaba el aire de forma ruidosa
cada vez que mi pene exploraba el interior de su culo, pero siendo egoísta, yo
sí estaba disfrutando metiéndosela por detrás, debo reconocer que después de
iniciarme con Mayka, me quedé enganchado del sexo anal, así que seguí con lo
que estaba, metiendo la parte de mi polla que resultaba asequible para mi tía,
si bien ante la permisividad de ella, intenté encontrar un acomodo más profundo
con un par de acometidas más fuertes, llegando el rechazo de Merche, quien
reaccionó gritando
-¡Paraaaaaa!
¡Paraaaaaaa! ¡Me duele muchoooooooo!-
Y por supuesto, paré. Saqué mi polla de su ano tras lo cual
Merche se tumbó en el suelo.
Era casi dantesco verla así, tumbada de lado con sus grandes
tetas tocando el suelo al igual que su
prominente barriga, en ese momento era una gran masa de carne con la mano
derecha entre el culo, con gesto protector, y cara de dolor, pero a pesar de
ello, estaba empezando a tener ganas de correrme y no entraba dentro de mis
planes quedarme a medias, así que la ayudé a levantarse, la atraje hacia mí y
tras sentarme en una de las sillas donde empezó todo, la dije:
- Chúpamela como sabes…quiero correrme…-
Y eso hizo, se metió mi polla en la boca y se puso a
chupármela con la maestría que recordaba. En un principio me la empezó a chupar
utilizando solo su aparato bucal, casi metiéndosela entera, y después pasó a
lamer la punta con su lengua mientras me miraba muy atentamente, como
pretendiendo observar los resultados.
- Joder qué bien la chupas…- Tuve que confirmarla.
Y acto seguido volvió metérsela entera en la boca, casi con
ansia y casi atragantándose con ella, ahora alternaba ayudándose con la mano y
masajeándome mi escroto, a la vez que yo agarraba su cabeza indicándola que lo estaba haciendo genial,
hasta que apartó la cabeza y se puso a masturbarme casi furiosamente, mientras
me miraba y me decía:
- Córrete…dale la leche a tu tiíta…la quiero toda…-
Yo estaba ya casi a punto, así que me levanté de la silla, me
coloqué a su lado y me comencé a masturbar a la altura de su cara, ayudado por
Merche que con su experta visión me comía el escroto, iba a correrme de forma
inmediata.
- ¡Joder sigue así! ¡Me voy a correr!-
Y con un pequeño movimiento por mi parte, eso hice. Me corrí
en su cara y recuerdo a Merche cerrando los ojos entre asustada y sorprendida
ante el volumen de mi corrida, yo veía salir mi semen y saltar hacia los ojos y
sobre todo el pelo de mi tía, acabando pasando mi pene por su boca, terminando
por fin mi clímax pasando ella su lengua por el glande y con un ojo cerrado,
evitando el contacto con mis fluidos.
El espectáculo de Merche medio sentada en el suelo de la
cocina y con mi semen entre el ojo y su pelo, me transportó a aquella
adolescencia en la que yo perdí mi virginidad y aprendí gran parte de lo que
hoy sé, y mientras yo pensaba en ello y ella se levantaba camino del baño, mi tía comentó:
- Pufff…que semana vamos a pasar tú y yo juntos…-
Y efectivamente…fue una semana maravillosa.