jueves, 25 de noviembre de 2021

Mi vecina Pilar (I)

 

¡Muy buenas mi gente! El pasado mes de agosto volví a mi ciudad natal para pasar unos días con mis padres y casualidades de la vida, volví a coincidir con una vieja vecina, Pilar, con quien mantuve una azarosa vida sexual y que una tarde volví a recuperar…en cualquier caso, Pilar merece que os lo cuente todo, y teniendo en cuenta lo que pasó en nuestra primera vez, lo voy a hacer en dos entregas.

Aquí va la primera.

Recuerdo perfectamente la época en la que empezó todo, era el verano en el que cumplía 18 años. En aquel momento tenía algún contacto sexual con chicas de mi edad que no dejaban de ser satisfactorios aunque llenos de cierta simplicidad e inocencia, pero lo cierto era que no dejaba de pensar en mi tía Merche, y es que tras un largo parón derivado de la imposibilidad de conseguir cierta “intimidad”, ese mismo verano había vuelto de mis vacaciones en el pueblo con algo en el zurrón, y es que si bien no llegamos a follar plenamente como solíamos hacer, aprovechaba algunas tardes de visita para escaparnos a la parte de atrás de mi casa y hacerme unas maravillosas mamadas…

Como os podéis imaginar, volver a mi ciudad en pleno verano, con las hormonas totalmente alteradas por mi edad y tras lo vivido con mi tía Merche, no podía tener otro resultado que el estar más salido que el pico de una plancha y como válvula de escape no me quedaba otra solución que la masturbación…

Pues bien, un caluroso día llegué a mi casa y como siempre, entré directo en el baño, abrí la ventana para que saliera el vapor del agua y antes de comenzar a ducharme procedí a masturbarme. Todo era normal, pero la rutina diaria se rompió. Mientras me la estaba meneando, dirigí por un momento la vista hacia fuera de la ventana y la vi, era Pilar, mi vecina solterona del piso de arriba la que estaba inmóvil y asomada a su ventana, quien, al verse sorprendida, volvió a entrar como un relámpago dentro de su casa.

Todo sucedió rapidísimo, no me había dado tiempo de reponerme de la sorpresa cuando pasó todo, pero una vez que terminé de pajearme, empecé a asimilar lo que había pasado y me pasé el resto del día ideando un plan…que no tardé en poner en práctica.

El día después lo pasé alerta, y en cuanto escuché abrirse su ventana, me metí a toda velocidad al baño con la excusa de darme una ducha. Tenía el corazón desbocado por la excitación, me desnudé a toda prisa y me metí en la ducha ya con el pene completamente erecto justo a tiempo. Pilar aún seguía tendiendo la ropa.

Desde mi baño podía verla perfectamente, al igual que ella a mí desde su ventana, así que me puse a masturbarme con toda la intención de que ella me observara. En un principio lo hice con los ojos cerrados, dejándome llevar, palpando mi polla y acariciándome los huevos, disfrutando el momento, para después empezar a “pelármela” en puridad y entonces sí, abrí los ojos y dirigí la mirada hacia la ventana de Pilar… ¡y ahí estaba!

Había terminado de recoger la ropa del tendedero y en ese momento estaba asomada a su ventana, inmóvil, mirando seria lo que estaba haciendo, y ahí estaba yo, masturbándome para ella, desconociendo si aquello la agradaba o la desagradaba, pero el simple hecho de que me siguiera mirando me excitaba sobre manera, y con el fin de complacerla incluso me puse a hacer algo de teatro, haciendo muecas de placer con mi rostro, acariciando y estirando mi polla para que desde su palco pudiese disfrutar de la plenitud de mi órgano. A medida que me iba masturbando me iba convenciendo más de que si seguía en su ventana era porque de verdad quería verme, y entonces decidí terminar, busqué un ángulo desde el que pudiera verme sin perder detalle, levanté la cabeza para mirarla fijamente y que de esta forma tuviera claro que me estaba masturbando para ella, y me corrí con un gran chorro de leche, mostrándola todo lo que podía mi pene tras correrse y los rastros de semen que habían quedado en mi mano, tras lo cual me comencé a duchar y escuché su ventana cerrarse.

No creo que os podáis imaginar cómo pasé el resto del día, no dejé de pensar en lo que había hecho y las ganas que tenía de volverlo a repetir…y pasó.

Al día siguiente, si bien me mantuve pendiente de los sonidos de la casa de Pilar, no escuché nada, así que me metí en la ducha sin ninguna esperanza de repetir lo ocurrido el día antes, pero… ¡Sorpresa! Nada más abrir la ventana del baño, escuché abrirse su ventana y no pude evitar mirar de refilón y como al descuido para asegurarme de que era ella, y efectivamente así era, Pilar volvía a situarse en “su butaca privilegiada” para el espectáculo diario de mi masturbación, y no iba a decepcionarla, me volví a situar en el ángulo justo para que no perdiera ni un solo detalle y volví a hacer la misma actuación que el día antes, si bien esta vez fue aún más directo y descarado, esta vez mis muecas y gestos de placer estaban dirigidos directamente a ella, no quería que quedara ninguna duda de que me estaba “pajeando” con plena consciencia de que ella me estaba mirando, quería dejarla claro que lo hacía para ella, y al igual que el día anterior, me volví a correr procurando que pudiera observarme plenamente, y una vez que terminé, se volvió a meter dentro de su casa y yo me quedé en la soledad de mi baño.

De esta forma pasamos varios días jugando al ratón y al gato para finalmente encontrarnos en nuestras especiales posiciones, yo masturbándome en el baño y ella mirándome desde su ventana, hasta que un día, por fin, coincidimos en el portal.

Yo la vi desde lejos y me hice el remolón para justamente entrar con ella, que me dio la sensación de que trataba de evitarme:

-        ¡Hola Pilar!

-        Hola…- me respondió de pasada, sin mirarme a la cara.

Una vez dentro del portal, llegamos a la zona del ascensor y, tras asegurarme de que nadie podía escucharnos, la lancé a bocajarro:

-        ¿Te gusta lo que ves desde la ventana?

-        No sé qué quieres decir…- respondió en voz casi inaudible, bajando la cabeza y medio girándose, eludiendo la conversación.

-        Quiero decir que si te gusta esto…- La respondí mientras cogía su mano derecha y se la llevaba a mi entrepierna para que pudiera comprobar de primera mano la extensión de mi polla, la cual estaba erecta desde que la vi aparecer.

No respondió, ni siquiera reaccionó, se mantuvo mirando a otro lado con la cabeza baja, como si aquello no fuera con ella, pero con su mano en mi bragueta, la cual sujetaba innecesariamente con la mía, ya que una vez que palpó mi miembro por encima del pantalón, no dejó de apretarlo y acariciarlo, como cerciorándose de que lo que había debajo era de verdad, hasta que por desgracia llegó el ascensor y pareció que volvió en sí, apartó su mano de mi entrepierna y entró en el ascensor sin decir ni una sola palabra, silencio que mantuve hasta que poco antes de llegar a mi planta, la dije:

-        En media hora voy a estar en la ducha y me voy a hacer una paja contigo…adiós…-

Y no faltó a nuestra cita…

De esta forma siguió pasando un tiempo en el que ninguno de los dos faltábamos a nuestra cita diaria. En esta situación estática nos encontrábamos hasta que por fin surgió una oportunidad para avanzar más en esta peculiar relación: iba a pasar el fin de semana solo en casa…

Desde el mismo momento en que me enteré, no dejé de pensar en lo que podría hacer, en como proponer a Pilar que bajara a mi casa para poder tener un contacto “más carnal”, y tras meditarlo, puse en marcha un nuevo plan.

Una mañana decidí buscar un encuentro con ella, conociendo un poco sus horarios, haciéndome el despistado, estaba atento en los alrededores de mi portal para abordarla de forma “casual” como ocurrió la última vez, y no tardó en aparecer. En cuanto la vi a lo lejos, me acerqué a la puerta, incluso tuve que esperarla un poco entreteniéndome con las llaves hasta que llegó y una vez dentro:

-        ¡Hola Pilar! - La saludé cordialmente.

-        Hola… ¿Qué tal? - Respondió con cierta timidez mientras se dirigía a la zona de ascensor conmigo detrás.

-        Muy bien…Tenía ganas de verte… - añadí bajando el tono de voz.

Una vez más Pilar se encerró en sí misma, bajó la cabeza incapaz de mirarme a los ojos y ante su silencio, decidí lanzarme y decirla lo que tenía que decirla de la forma más directa posible.

-        Quería decirte que este fin de semana estoy solo en casa y me gustaría que nos viéramos solos en algún momento…

-        No…- respondió sin mucho convencimiento- no sé por qué me lo preguntas…

El ascensor no iba a tardar en llegar y no sabía qué pensar de esa respuesta, así que no me anduve por las ramas, me desabroché el botón del pantalón a toda velocidad y ante la sorprendidísima Pilar, la agarré la mano con cierta rudeza y se la introduje dentro de mi ropa interior.

-        Porque puedes tener esto delante para ti sola…-

Justo en ese momento llegó el ascensor, se abrieron las puertas y pasamos los dos juntos, con Pilar agarrándome la polla, la cual estaba completamente en erección, quien no la soltó hasta que llegué a mi planta y la susurré:

-        Te espero el sábado a las 7…-

Salí del ascensor mientras me abrochaba el pantalón, sin mirarla y sin esperar una respuesta, tenía claro que salvo un arrebato de puritanidad, iba a venir a mi casa, y es que el gesto de no soltar mi polla y darme unas cuantas sacudidas en el ascensor, me daban esa confianza…

Por fin llegó el sábado. El día lo pasé ocupado, pero sobre todo lo pasé imaginando qué iba a pasar…y casi sin darme cuenta miré el reloj y eran las 7. El corazón se me desbocó, me vestí para la ocasión a toda prisa antes de que llegara Pilar y me senté a esperar, miré el reloj: las 7:15.

No pasa nada, solamente se retrasa un poco me dije. Las 7:30. Perdida toda la confianza en que fuera a venir y a punto de volverme a cambiar y hacer otros planes, sonó el timbre, se me aceleró el corazón al borde de la taquicardia, fui a abrir y… ¡era Pilar!

-        ¡Hola Pilar! Pasa- la franqueé la puerta.

-        Hola- me respondió mientras pasaba.

Pilar nunca ha sido guapa, pero ese día se notaba a la legua que se había preparado para agradar. En aquella época estaba en los cuarenta y cinco años y se había puesto un vestido rosa de tirantes, ajustado a su cuerpo que dejaba a la vista gran parte de su espalda y de su escote, si bien en su contra debo decir que no la acababa de sentar excesivamente favorecedor por varias razones: la marcaba su incipiente barriga y mostraba las arrugas de escote y de sus piernas. En cualquier caso, acompañado de unos tacones altos para disimular su alrededor de 1,50 de estatura, hacía un conjunto aceptable.

Por otro lado, los motivos por los que deducía que se había preparado para la ocasión, eran su gran uso de maquillaje, abundante rímel, sombra de ojos, barra de labios rosa fuerte…que resaltaban sobre el moreno de su piel, pero sobre todo por su llamativo paso por la peluquería, que trajo como resultado una medio melena en color castaño y con mechas rubias por debajo de las orejas.

-        Estás guapísima, has ido a la peluquería, ¿verdad? –

-        Sí… me hacía falta y quería arreglarme un poco… - respondió con timidez.

La invité a un refresco y nos sentamos en el sofá. Aquello me estaba resultando difícil, no sabía de qué hablar con ella y cada vez que sacaba un tema o la contaba alguna historia, su reacción era nula o como mucho una pequeña sonrisa o algún monosílabo, saltaba a la vista que no estaba acostumbrada a gustar a los hombres, y su extraordinaria timidez y la situación en la que estábamos empeoraban aún más las cosas, así que decidí acabar con los preámbulos y pasar a la acción:

-        ¿Sabías que estás guapísima y que me encantas? – aventuré colocando mi mano en su rodilla.

-        Gracias…- respondió incapaz de mirarme a la cara.

Aquello estaba empezando a resultar complicado, así que directamente me lancé a ella, acerqué mi rostro al suyo y empecé a besarla por el cuello y por la oreja mientras mi mano comenzaba a subir por su pierna hasta que, al llegar casi al término de ella, Pilar me sujetó la mano.

No entendía nada, pero bueno, pasé a besarla en la boca, introduje mi lengua y descubrí cierta pasividad por su parte, provocada probablemente por la falta de práctica. Durante ese beso, aproveché para deshacerme de la mano que me cerraba el paso para probar suerte con sus pechos, y en ese momento fue cuando la sorpresa fue tan monumental que casi me quedé sin palabras, y es que, tras volverme a apartar la mano, me dijo:

-        Tienes las manos muy largas, ¿no?

-        ¿Qué? – respondí con auténtica sorpresa.

-        Que eres un poco sobón…

-        Eh…perdona…pero pensé que te gustaría que te tocara…- reaccioné sin saber muy bien que decir- si no quieres que te toque… ¿Qué quieres que hagamos?

-        Quiero que hagas…eso…- Me respondió Pilar mirando a sus pies.

-        ¿Qué quieres que haga? – inquirí a pesar de saber perfectamente a lo que se refería.

-        Pues eso…lo que haces cuando te miro…- volvió a contestar tímidamente.

-        ¡Ah vale! Quieres que me haga una paja para ti…- añadí con una sonrisa.

Aquello me estaba resultando de lo más extraño, pero bueno, si era lo que quería, se lo iba a dar y me iba a esforzar para que quedara satisfecha con el espectáculo, así que me levanté del sofá, aparté un poco la mesa y a apenas unos centímetros de ella, me decidí a iniciar mi número con un pequeño striptease privado para Pilar. Moviéndome un poco rítmicamente comencé quitándome la camiseta y tras ello me agaché dándola la espalda y dejándola mi trasero cerca aprovechando ese movimiento para quitarme las deportivas y los calcetines.

Una vez que me di la vuelta ataviado tan solo con los pantalones, me quité el cinturón bailando y poco a poco, a un ritmo muy lento, me fui desabrochando los botones mirando fijamente a Pilar, a quien ahora sí que veía muy interesada, sentada justo delante de mí con las piernas cruzadas y observándome atentamente sin perder detalle.

Terminé de desabrochar todos los botones y fui bajándome los pantalones lentamente para que Pilar pudiera apreciar el gran bulto que marcaba mi ropa interior ajustada, hasta que los dejé abandonados en el suelo.

Ya solo me quedaban los calzoncillos y me puse a jugar tocándome el pene por encima de la tela, metiendo la mano dentro…ahora Pilar se había echado hacia delante y mostraba una atención inusitada…había despertado su interés y era el momento de ir terminando, así que una vez más me coloqué de espaldas a ella y lentamente fui bajando mi ropa interior para enseñarle mi trasero, pero sin despojarme de la última prenda que me quedaba.

Por última vez me giré, la única parte de mi cuerpo que permanecía oculta era mi pene, que mantenía oculto por el calzoncillo, enganchado en él, marcándolo todo lo que podía mientras miraba fijamente a Pilar, quien echada hacia delante en el sofá se encontraba a apenas unos palmos de mí y a quien ahora la veía removerse en su asiento, como incómoda, hasta que llegó el momento estelar, desenrollé el calzoncillo y apareció mi pene, saltando hacia fuera como si tuviera un juego de resorte, y por fin aparecí totalmente desnudo frente a Pilar.

Con mi depiladísimo aparato en la mano, e iniciando mi masturbación delante de Pilar, me propuse darla un poco de conversación:

-        ¿Te gusta verme?

-        Sí…-

-        ¿Qué te parece mi polla? – la pregunté en el mismo momento en el que echaba mi pielecilla hacia atrás, dejando al descubierto mi glande y mostrando mi falo en toda su extensión.

-        Me gusta…es grande… - me respondió con voz tímida, como no queriendo decir lo que estaba diciendo.

-        ¿Hace mucho que no ves una desde tan cerca? – aproveché para averiguar algo sobre su vida privada.

-        Sí…la última que vi fue la de mi novio…pero no era tan grande…y hace muchos años de eso… - me contestó en el mismo tono, con los ojos bien puestos en mis partes pudendas y frotándose nerviosa las manos por la parte baja de su vestido.

-        Si quieres, puedes tocarla…- aventuré ofreciéndosela.

Ella se quedó parada, como dudando si debería de hacerlo, por lo que a fin de evitar que se pudiera echar atrás, decidí yo mismo tomar la decisión por ella, la cogí la mano derecha e hice que me la agarrara sin que opusiera ninguna resistencia.

-        ¿Qué te parece? – seguí manteniendo la conversación mientras mi mano tutoreaba a la suya en un movimiento suave de masturbación.

-        Es muy suave… - opinó.

-        Puedes tocar lo que quieras…no te cortes…aprovéchala – la ofrecí, dejando su mano derecha libre para que siguiera ella sola masturbándome.

Sin pensárselo dos veces, estiró su mano izquierda para dirigirla a mis huevos y mientras agarraba mi polla, se puso a acariciármelos suavemente como si tuviera delante la lámpara de Aladín. Una vez que comprobó su tacto, se puso a estrujarlos, como analizando su consistencia y sin soltar mi cimbrel.

Estaba empezando a ver los resultados de todo mi esfuerzo anterior y yo también quería disfrutar un poco de ella:

-        ¿Me enseñas las tetas? Tengo muchas ganas de verlas…

Se me quedó mirando como si la hubiera propuesto la cosa más extraña del mundo, pero afortunadamente, en ese momento de reflexión debió de llegar a la conclusión de que, teniendo en cuenta que en ese momento estaba agarrando mi polla y apretándome los genitales, no tenía mucho sentido seguir con ese puritanismo.

-        Vale…- terminó respondiendo bajándose los tirantes del vestido y deslizándolo hasta la cintura, dejándome ver un sujetador simple y de color blanco, tras lo cual, se desabrochó y se quitó el sujetador, volviendo a colocar sus manos en su situación anterior, es decir, en mi polla.

Como ya os dije antes, la piel de su escote se veía arrugada, pero es que sus tetas también lo estaban, se veían caídas, como semi vaciadas, y estaban adornadas por la marca de la parte superior del bikini y rematadas por unas aureolas oscuras y unos pezones pequeños.

-        Qué bonitas son…- pretendí alagarla - ¿Has visto que grande y que dura la tengo? Está así por ti…

Como respuesta, se puso a cascármela con algo más de fuerza.

-        ¡Uffff! – suspiré - ¿Hace mucho que no haces una paja?

-        Sí…muchos años…con mi novio era lo que hacía…

-        ¿No follabais? – Pregunté con verdadero interés.

-        Sí…algunas veces…pero muy pocas…-

Pilar no dejaba de pajearme con un ritmo constante, ahora acariciando mi muslo suavemente con su otra mano, y en un momento dado estiró todo lo que pudo mi pielecilla hasta su límite:

-        ¡Ah! – simulé placer echando la cabeza hacia atrás a pesar de que en realidad no era así.

No tardé en darme cuenta de que aquello era un error, ya que parecía que quería encontrar los límites de mi elasticidad, así que para lograr que lo dejara, me lancé hacia adelante y fui directo a sus pechos, los cuales sujeté y me metí en la boca.

Aquello no se lo esperaba, se quedó inmóvil, pero en ningún momento había soltado mi polla y mientras lamía sus pechos y absorbía sus pezones, volvió a traquetear en mis bajos, esta vez mucho más suave pero mucho más rápido. Estaba cachondísimo y me estaba poniendo morado con sus tetas, pero dado lo incómodo de mi posición, volví a colocarme como estaba antes, indicándola con mi mano en la suya, como quería que siguiera haciéndolo, no pudiendo evitar observar que mientras la comía las tetas, Pilar había cerrado los ojos y abierto la boca lanzando un pequeño suspiro, por lo que no pude evitar preguntarla:

-        ¿Tú no te tocas? –

-        Sí…alguna vez…últimamente más…todos los días después de verte en la ducha… - me contestó con cierta picardía y sonriendo de medio lado.

-        Me gustaría ver como lo haces… - aventuré.

-        Es que…me da vergüenza que me veas…otro día te enseño cómo lo hago…- me contestó.

Sentí una total decepción, pero no perdí ocasión para buscar algo más…

-        ¿Quieres besarla?

Aquello creo que de verdad que no se lo esperaba, creo que en su mentalidad de “monjita” no cabía que eso se pudiera hacer, y es que una vez que la hice la pregunta, se quedó parada, en ese momento estaba cascándomela fuerte, paró en seco y se me quedó mirando en silencio, y cuando ya pensaba que tampoco lo iba a hacer, sin decir ni una palabra, me dio un beso en el tronco de la polla igual que el que besa a un padre y se volvió a recostar en el sofá, mirándome como preguntándome si lo había hecho bien, y desde luego que no era eso lo que quería, con lo que sujetándome la polla y acercándosela, la dije:

-        Mira, esto se hace así, besa aquí, en la punta- la indiqué echando la pielecilla hasta su límite y dejando al aire mi glande. Ella lo hizo, manteniéndose a la expectativa de lo que venía después – ahora pasa la lengua…así…- lo hizo – así me gusta…y ahora métetela en la boca…

También lo hizo…se metió la polla en la boca como quien se mete un pedazo de pan demasiado grande para ella y sin saber muy bien qué hacer ahora, así que sujetando su cabeza, la indiqué suavemente lo que tenía que hacer:

-        Así se hace…es como si me estuvieras haciendo una paja con la boca…muévela así…

Ahora sí que estaba siendo una gozada, me estaba resultando maravilloso mirar hacia abajo y ver a Pilar chupándomela y esmerándose en lo que hacía, parecía que la estaba gustando hacerlo así que decidí aprovecharlo y que siguiera chupándomela, de hecho, había decidido que era así como quería correrme, y ahora que Pilar parecía haberse desatado, me puse a sobarle las tetas, con suavidad pero con firmeza, estaba ya a puntito de correrme y por respeto hacia a ella la dije:

-        Joder… ¡me voy a correr!

Y sacándola el pene de la boca, sujeté su mano y la llevé con rudeza a mi entrepierna, indicándola con mi apoyo que quería que me la meneara rápido, no tardó en entenderlo y ante su iniciativa, no dudé en dejarla a ella sola:

-        Dios….así….que bien lo estás haciendo, así me gusta, me vas a hacer correr, sigue así, sigue así…

Pilar me la estaba pelando a una velocidad casi vertiginosa y con un gran gemido, como a ella le gustaba, me corrí, lancé una primera y generosa ráfaga de semen que fue a parar entre su barbilla y en gran parte a su pecho, el segundo borbotón cayó casi por completo en sus pechos, y el resto fue depositándose en su mano ante la mirada concentrada y profesional de Pilar, a la que a modo de aviso de que todo había terminado, la di un gran beso en los labios, ya que seguía sin dejar de meneármela…

-        Uffff… hacía tiempo que no me corría así…me la has cascado genial…- Comenté satisfecho después de haberme corrido por completo y observando a Pilar, que tenía restos de mi semen en la mano, pechos y barbilla.

-        ¡Gracias! – respondió sonriendo, como un niño al que se le felicita por sus buenas calificaciones.

La sonreí yo también muy caballerosamente y fui a buscar un paquete de clínex para que pudiera limpiarse.

-        Me has dejado perdida…nunca había visto tanto de esto…-comentó mientras se limpiaba.

-        Te ha gustado, ¿verdad? Si quieres repetimos y hacemos más cosas…-sugerí.

-        Sí… ¿Mañana por la mañana puedo venir?

-        Sí claro, pero si quieres, puedes quedarte…-propuse sorprendido

-        No, mañana-respondió tajante mientras se abrochaba el sujetador y volvía a cubrir sus tetas.

-        Vale, mañana…

No me dio tiempo a terminar mi frase, Pilar estaba ya totalmente vestida y tras ponerse de pie, se dispuso a salir.

-        Mañana a las 10:00-

Y tras darme un beso en los labios, se volvió hacia la puerta y se fue tras darme otro casto beso en los labios deseándome buenas noches y salió casi corriendo.

Debo reconocer que todo lo que había pasado durante su visita me había dejado desconcertado, pero iba a bajar al día siguiente, así que aprovecharía para disfrutar más de ella…

Pero eso fue otro día…si queréis saber qué pasó, leed mañana el post…

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