miércoles, 22 de marzo de 2023

Fin de semana con mi tía (I)

¡Hola amig@s! Pues resulta que hace dos fines de semana volví a ir a mi pueblo…y me volví a follar a mi tía.

Para ahorraros entrar en detalles, mi tía Merche fue quien me desvirgó, y en otro post, os conté como fue la vuelta a su casa.

Pues bien, hace unos fines de semana acudieron varios amigos de mi hermano a pasar el fin de semana en mi pueblo y dormirían en mi casa, con lo que yo me quedaba sin sitio, y para variar…tuve que pedir el favor a mi tío para que me dejara dormir en su casa.

Él me dijo muy serio que se lo iba a preguntar a Merche, porque como muy seriamente me dijo: “no es solo mi casa, también es de ella, y la tendré que preguntar si la importa…”. Qué inocente…

Como me imaginaba, Merche no opuso ningún problema, así que el mismo día que llegué al pueblo, directamente fui a dejar las maletas a casa de mis tíos, que esperaban mi llegada.

-        ¡Hola! - saludé muy cortésmente, y directamente di dos besos a mi tía.

-        ¡Hola! - me respondieron ellos casi al unísono, dándome Merche dos besos.

-        ¿Qué tal estas? ¡Se te ve muy bien! Mira entra, ven, deja las cosas en la habitación donde te quedas otras veces – y la propia Merche me condujo a mi habitáculo mientras respondía a sus preguntas.

Estaba verdaderamente exultante, no dejaba de reír y de parlotear, contándome cosas que no tenían gran interés, se la notaba feliz y nerviosa, lo cual contrastaba ante la seriedad de mi tío, y me hacía pensar que algo iba mal, podría haberse dado cuenta de lo que pasaba en su casa cuando él no estaba…

Una vez que me instalé y pasé el suficiente tiempo con ellos como para ser cortés, bajé a tomar una cerveza con mis amigos, que se alargó y terminó siendo cena, pero como al día siguiente era día de fiesta, decidí reservarme e irme pronto a casa para evitar males mayores…ya sabéis vosotr@s como son estas cosas...

Así que llegué a la casa de mis tíos, ellos ya habían también cenado y estaban viendo en la televisión un programa de humor, en concreto un programa de reposiciones con cortes históricos de la televisión española.

Una vez que me cambié de ropa, fui al salón para pasar un poco de tiempo con ellos, y allí estaban los dos, sentados en el sofá uno al lado del otro al lado de una camilla con brasero eléctrico.

-        Bueno…¿Qué hacéis? – entré en el salón de forma cordial, buscando un hueco para sentarme.

-        Viendo un poco la televisión… ¡Espera, espera! Siéntate aquí- propuso mi tío levantándose del sofá y dejándome humildemente su hueco al lado del brasero y, por lo tanto, al lado de Merche – tápate, no hemos puesto la calefacción hoy…no pases frío.

Me quedé bastante sorprendido, no esperaba tanta amabilidad por su parte después de la frialdad con la que había sido acogido, pero dada su atractiva oferta, la acepté, no porque tuviera frío, sino por sentarme al lado de mi tía, que con una sonrisa radiante, me animó a ocupar un asiento tan cercano a ella.

Dándoles las gracias por tan amable gesto, me senté junto a Merche, ambos tapados hasta arriba de la cintura con la faldilla de la mesilla, y mi tío se sentó en una silla, justo delante de nosotros,  

Este tipo de programas ya me resultaban bastante aburridos por repetitivos, pero estar sentado con Merche, teniendo la mañana del día siguiente libre, ya me estaba poniendo muy cachondo, así que envalentonado por el par de cervezas que me había tomado, decidí jugar un poco con ella, y aprovechando que su marido no podía vernos por estar colocado delante de nosotros viendo la televisión, y por estar nosotros tapados con la faldilla de la mesilla, empecé a acariciar su gorda rodilla, que estaba al descubierto gracias a la sempiterna bata que siempre llevaba Merche para estar cómoda por casa.

De forma instantánea al roce, mi tía dio un pequeño respingo cerrando las piernas, y vi de reojo como me clavaba la mirada totalmente sorprendida por mi desfachatez, quedándose tiesa como una madera.

Esa reacción debería de haberme parado, pero no lo hice. Seguí palpando la rodilla de Merche suavemente, intentando que se relajara, y lo conseguí, porque tras su primera reacción a la defensiva, volvió otra vez a su posición de reposo, permitiéndome de forma tácita que siguiera.

Aproveché su autorización y seguí acariciándola, pero su rodilla ya me parecía poco, así que, aprovechando la largura de la faldilla de la mesa, subí un poquito la mano, acariciando su rechoncho muslo, y colocando ahora mi mano en una posición bastante comprometida, porque ya estaba por debajo de su bata. Otra vez mi tía se asustó, pareció como que la daba una sacudida eléctrica, otra vez se puso rígida y no solo eso, sino que ahora metió su mano debajo de la faldilla, sujetando mi aventurera mano con la suya para evitar que siguiera. En esta ocasión parecía una advertencia seria de que debía de quitar mi mano de ese lugar, pero me resistí, y Merche no tuvo más remedio que asumirlo, dejando su mano sobre la mía a modo de freno ante posibles nuevas incursiones.

Nos mantuvimos cogidos de la mano como dos tiernos adolescentes durante un buen rato, pero tenía un gran calentón y quería que ella lo supiera, así que, con gran suavidad, transporté su mano a mi entrepierna para que se diera cuenta de mi situación. Mansamente, se dejó hacer, la guie para que palpara el bulto que se notaba debajo de mis pantalones de pijama, y no solo eso, sino que ella empezó a tomar la iniciativa, acariciando y apretando mi pene suavemente por encima de la tela de mi ropa:

-        ¡Qué bueno era este! - soltó mi tío riéndose y girándose hacia nosotros – Lo escuchaba mucho cuando era joven-

Yo no sabía ni de quién me estaba hablando porque estaba a otras cosas, recuerdo que le contesté alguna obviedad, pero lo que había provocado es que su mujer apartara la mano de donde estaba, casi asustada, con lo que me había costado que me la acariciara un poco…pero gracias a Dios, volví a coger su mano y la volví a llevar a donde yo quería que estuviera, indicándola con mi gesto que siguiera con lo que estaba haciendo, y sin hacerse de rogar, ella misma se puso a acariciarme los genitales, jugando con ellos por encima de mi ropa, y una vez estuvo claro que ella iba a seguir como yo quería, otra vez volví a acariciar su pierna, comenzando por su rodilla de una forma inofensiva, y subiendo suavemente, poco a poco, incluso haciéndome de rogar, hasta el límite de sus bragas, lo que provocó que mi tía, una vez más, se pusiera seria.

La situación era de lo más morbosa, mi tío estaba delante de nosotros sin poder ver lo que estaba sucediendo debajo de las faldillas, disfrutando de su programa de televisión, pero su mujer me estaba acariciando en ese momento la polla, como calibrando el tamaño de la misma, y yo, aprovechando los límites de la tela que nos cubría, tenía mi mano acariciando su coño por encima de sus bragas. Y en ese momento se me ocurrió hacer una maldad…

Haciendo como que jugueteaba con su tela más íntima, agarré con fuerza sus bragas y tiré de ellas hacia abajo. Aún no sé cómo pude hacerlo, pero lo cierto es que con ese fuerte tirón, se las bajé hasta las rodillas y Meche reaccionó dando un gran respingo de sorpresa, intentándose defenderse de su desnudez. Su respuesta fue tan notoria que incluso mi tío se dio cuenta:

-        ¿Qué te ha pasado? – preguntó curioso girándose de su silla.

-        Nada, nada… - respondió ella muy seria.

Lo cierto es que mientras hablaba, se estaba librando una dura batalla por debajo de las faldillas, ella luchaba desesperadamente por sus bragas con ambas manos y abriendo las piernas, y yo era su rival, que haciendo como que me estaba rascando, las tenía bien agarradas y no tenía ninguna intención de soltarlas.

-        Creo que la ha dado un escalofrío… - me sumé a la conversación agachado.

-        Sí…me ha dado como un aire… - respondió ella, que en ese momento, siendo observada por mi tío, daba por perdida la batalla.

-        Pues vete a la cama, que a esta hora no vamos a poner la calefacción – respondió su marido casi de mal humor.

-        No, no…ya está…- zanjó ella, y mi tío volvió a girarse.

Y efectivamente, ya estaba, había terminado por sacarla las bragas y ahí llegaba el problema por mi falta de cálculo, y es que dado el tamaño de la ropa interior de Merche, no sabía dónde guardarlas, así que las dejé debajo del cojín del sofá, todo esto mientras recibía un par de golpes con el puño cerrado, y un doloroso pellizco en mi pierna...

Parecía que mi tía se había enfadado de verdad, pero la conocía lo suficiente como para saber que ese enfado no iba a ser duradero, así que otra vez volví a colocar mi mano en su pierna para intentar llegar a su húmedo agujero de mi deseo, pero para mi sorpresa, el enfado era más grande de lo que pensaba, porque en cuanto notó el tacto de mi mano en su pierna, me la apartó bruscamente y se cruzó de piernas para evitar que yo pudiera maniobrar.

Por un momento, pensé que aquella aventura había acabado ahí, pero no cejé en mi empeño, y tras dar a mi tía un descanso de unos minutos, volví a la carga. Tanteando el terreno, encontré un pequeño atajo, estando con las piernas cruzadas, y dado el tamaño de los jamones de Merche, existía un pequeño hueco entre el cojín del sofá y su cuerpo que me permitió llegar hasta su vello púbico, y es que como la última vez que me la follé, aquello era un auténtico manojo de pelo.

A pesar de este obstáculo, conseguí abrirme camino hasta acariciar parte de su coño, me puse a hacerlo con un dedo, con fino tacto, jugueteando, aprovechando la permisividad de mi tía, y no tardé en comprobar que aquello la estaba gustando, dada la humedad que empezaba a percibir procedente de su coño, viéndose confirmadas mis sospechas a continuación, porque cuando menos me lo esperaba, abrió las piernas de par en par, invitándome a que la acariciara más plenamente.

No desaproveché la ocasión, y sin dudarlo ni un momento, mi mano se colocó en su entrepierna, apartando con habilidad sus abundantísimos pelos púbicos, y encontré su raja, acariciándola en un primer momento en sentido vertical, calibrando su extensión.

Aquello estaba ya muy mojado, y bajo el escondite de las faldillas, me centré en el clítoris de mi tía, el cual era imposible no encontrarlo porque era gordísimo, y lo froté aprovechando la lubricación natural de su coño. Ella ya había colocado su mano acariciando mi polla por encima del pijama sin que hubiera sido necesaria ninguna indicación, apretándola y volviendo a jugar con mis huevos, y llegó el momento en el que decidí hacer una excursión a su vagina y la penetré como pude con dos dedos y sin muchos más preámbulos, recibiéndolos con un pequeño suspiro que no me pasó desapercibido, pero sí a mi tío, que seguía ajeno a todo lo que estaba pasando a su espalda.

En ese momento, mi tía Merche metió su mano debajo de mi pantalón y se puso a acariciar toda su extensión, comprobando la dureza de mi pene, y se puso a acariciar nuevamente mis genitales. Yo por mi lado, seguía frotando su clítoris, alternando con caricias en el borde de su vagina, extendiendo su flujo vaginal por la enorme extensión de su coño, donde ya no quedaba nada seco, y para obtener un mejor acceso a su húmedo agujero, coloqué su pierna encima de la mía con la total colaboración de mi tía. Ahora ya sí que la puerta de su coño estaba totalmente abierta…

Estaba tan caliente que estaba totalmente lanzado, no me bastaba solo con tener a mí tía con las patas totalmente abiertas, sino que también quería que ella me pajeara, así que me bajé los pantalones hasta las rodillas y con suavidad sujeté su mano y la coloqué en mi polla, indicándola con movimientos como quería que me la cascara. Ella captó el mensaje, porque enseguida se puso a pelármela sin necesidad de ayuda, y yo volví a lo mío, tras acariciar otro poco el clítoris de Merche, la volví a introducir dos dedos en la vagina casi en su totalidad, gracias a la abundante lubricación de su coño y a la cómoda posición en la que estaba. Dentro de ella los movía circularmente y de dentro hacia fuera, ella me la estaba cascando ahora de una forma contenida, pero con firmeza.

-        ¿Queréis ver otra cosa? – preguntó mi tío girándose en su asiento.

-        No, me da igual, esto está bien – respondí saliendo del paso ante el silencio culpable de Merche.

-        Si queréis, la cambio, que esto ya lo he visto…

-        No, no, déjalo, que esto está bien- volví a responder, deseando que mi tío se volviera a dar la vuelta y nos permitiera seguir con lo nuestro.

-        Bueno, bueno…lo dejo, pero es que estáis tan callados… - se convenció por fin.

Os prometo que aún no sé de donde saqué el aplomo para sonar tan convincente en esa charla con mi tío, él nos preguntaba y nos miraba con el mando de la televisión en la mano, mientras que por debajo de las faldillas de la mesa, su mujer tenía mi polla bien agarrada, y estaba totalmente abierta de piernas con dos de mis dedos dentro de su vagina.

Afortunadamente, no se enteró de nada de lo que estaba pasando detrás de él, y tras sacar mis dedos de las profundidades de su vagina, volví a acariciar tranquilizadoramente el gigantesco clítoris de mi tía, igual que quien acaricia un cachorro que acaba de asustarse, lo que surtió unos efectos casi instantáneos, porque ella volvió otra vez a pelármela de la misma forma que antes de la molesta interrupción provocada por mi tío.

Llevábamos ya un buen rato de caricias, y otro buen rato magreándonos nuestras partes, Merche ahora me la estaba cascando sin ningún complejo, solamente se tomaba un descanso para acariciar mis huevos y para acariciar la largura de mi polla, así como su dureza, como comprobando que era real lo que tenía ante ella, y totalmente despreocupada de que mi tío pudiera enterarse de lo que estábamos haciendo a sus espaldas, lo mismo que yo, que estaba disfrutando lo indecible por la paja que me estaba haciendo mi tía y por el morbo de hacerlo con su marido al lado.

Mis dedos ahora se estaban moviendo frenéticamente alrededor de su clítoris, notaba que a mi tía cada vez la estaba costando más mantenerse en silencio, y justo en el instante en el que la introduje de nuevo los dos dedos en la vagina y me puse a moverlos dentro de ella, abrió los ojos como si hubiera recibido una gran sorpresa, soltó mi polla para agarrar mi muslo con tanta fuerza como si estuviera dando a luz, y con su otra mano sujetó con la misma fuerza mi otra mano para tratar de evitar que siguiera haciendo lo que estaba haciendo, y se la escapó un gemido entrecortado, ahogado, extrañísimo.

Merche estaba teniendo un enorme orgasmo.

-        ¿Qué te pasa? - preguntó mi tío girándose con cara de preocupación.

Mi tía seguía aferrada a mí, en silencio, sin capacidad de responder. Ahora ya sí que nos han pillado, pensé.

-        Nada…- respondió su mujer, con la voz entrecortada.

-        ¿Seguro? Si parece que te estás ahogando…- siguió él insistiendo.

-        No, no…nada. Que se me ha ido saliva por el otro lado…- volvió a responder casi sin voz, sin aflojar la presión sobre mi mano ni sobre mi muslo.

Mi tío se quedó mirándola alarmado, lo que no podía imaginarse era que estaba observando de primera mano cómo su mujer se estaba corriendo, que fuera de su campo de visión, tenía una mano anclada en mi muslo, y que totalmente espatarrada, tenía dos dedos metidos en el coño que la estaban haciendo ver las estrellas.

-        ¿Ya se te pasa? – preguntó mi tío, viendo que su mujer “mejoraba”.

-        Si, si, mucho mejor…no sé si se me habrá ido con algo más…ya estoy bien- respondió hábilmente.

-        Ten cuidado, anda…que vaya sustos me das…- sentenció mi tío.

Una vez que se dio la vuelta, la miré cómplice, me devolvió una sonrisa, y por fin me liberó de su presa.

-        ¿Seguro que estás bien? – volvió a preguntar mi tío, justo en el momento en el que Merche había vuelto a agarrar mi manubrio.

-        Sí, sí, tranquilo, ya estoy bien-

-        Pues entonces me voy a la cama, os dejo aquí el mando de la tele...Hasta mañana-

-        Hasta mañana – respondimos ambos al unísono.

Y así se fue a la cama, sin ni siquiera dar un beso de buenas noches a mi tía, algo sorprendente pero muy descriptivo de la relación que mantenían entre ellos, pero eso era otro tema que en ese momento no me importaba, lo que de verdad me importaba era que quería correrme y ahora ya sí que tenía el campo libre, así que una vez que quedó claro que mi tío estaba ya en la cama, fui directo, levanté la faldilla, dejé mi polla totalmente dura al aire, como si fuera el producto de un truco de magia, y por gestos la indiqué a Merche que quería que me la chupara, y la respuesta fue clara: simplemente se abalanzó sobre mi pene, devorándolo e introduciéndoselo en la boca casi en su totalidad, mamándola sin ninguna ayuda, simplemente chupándola y acariciándome los huevos, como ella siempre hacía y como a mí más me gustaba.

Ya llevaba mucha marcha encima y sabía que me iba a correr, sujeté su cabeza indicándola que estaba a punto y eso la animó más, aceleró el ritmo y ahí ya no pude más.

Me corrí dentro de su boca, noté el primer río de semen derramándose en ella, al igual que él segundo, ella lo estaba recibiendo todo en su cavidad bucal, y una vez que terminé de correrme, se puso a pasar la lengua por mi glande sin despegar los labios de mi polla, como limpiando los restos que pudieran quedar en mi polla.

Una vez que terminó, por fin despegó los labios, y mirándome fijamente, se tragó el semen que tenía en la boca, tras los cual la abrió con gesto cómplice, para que comprobara sin lugar a dudas que se había tragado toda mi corrida.

Yo solo pude sonreír, satisfecho por lo que acabábamos de hacer, y sin mucha más ceremonia, me guardé la polla en el pantalón, y con una sonrisa de oreja a oreja, la dije con voz audible:

-        Hasta mañana Merche.

Y con un guiño de ojo, me fui a dormir.

Mañana iba a ser un gran día…

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