jueves, 9 de abril de 2020

Mi casera quiere más...


¡Hola amig@s!

Hoy toca relato y no es otro que mi segundo encuentro sexual con mi casera, porque como os decía, sabía que iba a querer repetir…

Como os contaba en mi anterior relato sobre mi casera, al terminar aquel genial primer polvo me quedé con mal sabor de boca, María Jesús se fue casi sin despedirse, con aire más bien de vergüenza, y me sembró la duda de que no volviéramos a repetir, y no me equivoqué.

Tras aquel maravilloso día, y como es fácil de adivinar, yo la escribí por Whatsapp para ofrecerla tomar un café, cenar o comer juntos en mi casa, evidentemente la invitaba con “segundas intenciones”, pero todas y cada una de mis propuestas eran rechazadas sistemáticamente, y no solo eso, sino que en varias ocasiones ni siquiera me contestó, así que si bien la seguía teniendo en mis pensamientos, fui espaciando mis ofrecimientos, ya que tenía “otras amigas”.

No podía dejar de pensar en ella, ese encuentro me hizo sentir un morbo que no suelo experimentar y no dejaba de tener ganas de volver a repetir, pero por otro lado el sentimiento de rechazo era cada vez mayor, así que dejé de invitarla y solamente la enviaba mensajes por motivos formales. No obstante, como persona afortunada que soy, se presentó la oportunidad que estaba esperando.

Ya os conté anteriormente que los acontecimientos se desencadenaron debido a una gotera en mi casa provocada por mi vecino de arriba. Pues bien, unos meses después seguía como estaba, no se había arreglado nada, así que no encontrando una solución amistosa a este problema, la propuse la interposición de una demanda, y como era de esperar en una persona de su edad y no familiarizada con el derecho, no sabía qué era lo que tenía que hacer…pero yo sí tenía muy claro “lo que quería hacer”…así que la invité a mi casa para explicárselo y si bien ella intentó varias veces que quedáramos en una cafetería, me mantuve firme en mi posición y alegando que así estaríamos más tranquilos y la podría explicar todo mejor, finalmente accedió y quedamos una tarde en mi casa.

En ese momento ya mantenía relaciones con otras mujeres (una de ellas Paz…ya os contaré historias de ella porque no deja de sorprenderme…) pero tenía una especial debilidad por María Jesús y tenía muy claro que ese día para bien o para mal iba a pasar algo, así que para al menos satisfacer mis ansias de exhibicionismo, se me ocurrió hacerla un recibimiento por todo lo alto: la iba a recibir en albornoz. Solamente con eso.

Diez minutos antes de la hora a la que habíamos quedado ya estaba totalmente desnudo y con todo preparado, cada minuto que pasaba crecía mi ansiedad por verla, y por fin sonó el timbre del portal, era ella. Esperando tras la puerta, podía escuchar sus tacones sonando por la escalera, ese ruido rítmico me resultaba el más excitante del mundo, y por fin llegó a mi piso, sonó el timbre, abrí la puerta, y ahí estaba María Jesús.

Al abrir la puerta y ver mi indumentaria pude comprobar que la había dejado totalmente descolocada, eso no se lo esperaba, y todo el aplomo y seguridad que desprendía su personalidad se vino abajo, y tras esos momentos de sorpresa en la que la noté totalmente descolocada, contestó a mi saludo. 

Cortésmente la invité a pasar y la conduje a la cocina, donde tomó asiento y yo a su lado, todo lo cerca que me pude sentar respetando su espacio vital.

Decir que la situación era muy morbosa, era quedarse corto. Después de aquella maravillosa tarde de sexo, ahí estábamos los dos, sentados el uno al lado del otro como si no hubiera pasado nada entre nosotros, y a esto se unía la situación en la que estábamos, María Jesús extremadamente sexy con sus gafas de pasta negra puestas para ver, leyendo papeles y escuchándome como una alumna aplicada, ataviada con unos pantalones vaqueros anchos con sandalias debido al calor que aún hacía en mi ciudad, y lo mejor, con una camiseta a rayas blancas y azules con los tirantes caídos al estilo campesina, con los tirantes de su sujetador blanco bien colocados, y es que las tetas de mi casera no podrían estar sin él…y como no podía ser de otra forma, tuve una erección y creí de buena educación que ella se diera cuenta de ello, así que con un leve movimiento abrí las piernas y “tuve un descuido”, mi totalmente empalmado pene asomó por la abertura de la bata…

María Jesús en un primer momento no se dio cuenta y seguimos hablando como lo estábamos haciendo, pero finalmente lo vio…y se puso nerviosa. La seguridad que emanaba de ella siempre que hablaba desapareció y comenzó a medio tartamudear y a quedarse a medias en sus frases, aunque a pesar de ello no dejaba de mirar de reojo mi polla…

Me encantaba ver a mi casera en esa situación, no sabía ni qué hacer, y esa sensación de superioridad, de ser yo el que tiene la sartén por el mango, era muy agradable, así que para seguir con este juego, puse más carne en el asador, torpemente “caí-tiré” un bolígrafo al suelo y nos agachamos a la vez, de tal forma que al intentar recogerlo, abrí las piernas de par en par dejando totalmente al aire mi polla, y al agacharse ella, casi rozó la cara con mi entrepierna.

Cuando volví a dejar el bolígrafo en la mesa, la escena fue incluso enternecedora, María Jesús estaba totalmente roja, ahora ya sí que no sabía dónde meterse…y por mi parte no dejaba de divertirme, aunque también debo decir que no sabía hasta cuando iba a poder aguantar ese juego, llevaba ya un buen rato enseñándole mi cimbrel y ella a pesar de su actitud nerviosa y de no dejar de observar mi polla, no daba señales de querer follar, por lo que pensé que si ella quería seguir jugando, no iba a ser yo el que lo dejara, así que di una vuelta de tuerca más, me levanté de la silla medio volviéndome para coger del armario una galleta, todo esto con el pene asomando por fuera y a un palmo de la cara de María Jesús, y por fin escuché palabras que deseaba oír:

- Vaya como estás…

Me volví incluso sorprendido, casi para comprobar si era cierto lo que acababa de escuchar, y sí, eso lo había dicho mi casera, sentada en su silla, quitándose las gafas y  mirándome con una sonrisa entre divertida y maliciosa.

- Sí…¿Te gusta?-la respondí.

- Sí…me gusta así…sin pelo…-añadió casi ruborizada

Como respuesta no hice otra cosa que sonreír mientras cogía suavemente su mano derecha, se la llevé a mi pene, y con ella empecé a masturbarme, si bien enseguida la dejé a ella sola que me la cascara, ya que había entendido perfectamente el mensaje.

Y ahí estaba yo, de pie, apoyado en la encimera de la cocina, con la bata abierta por completo y con mi casera sentada en una silla pelándomela, aquello era muy placentero, pero cuando me miró a la cara sonriente, pensé que podía gozar aún más, así que moviéndome suavemente, hice lo mismo que en su anterior visita y ante su cara inicial de sorpresa, volví a meterla mi miembro en su boca.

De la misma forma que la primera vez, comenzó a mamármela cerrando sus labios alrededor de mi polla haciendo el movimiento con su cabeza, si bien esta vez decidí enseñarla como quería que lo hiciera, por lo que agarré su mano para que la moviera y con mi mano libre la sujeté la cabeza para indicarla el ritmo:

- Así es como tienes que hacerlo…así es como me gusta…- la dije.

Ella, obedientemente hizo lo que la pedía, parecía que a su edad iba a ser una buena alumna:

- Uff…así es como quiero que me la mames…ahora sigue cascándola y pasa la lengua por la punta…así… - seguía mis instrucciones mientras mi mano derecha hacía una excursión por su escote hasta alcanzar sus tetas.

De esta forma, María Jesús siguió chupando y yo manoseándole las tetas, halagándola diciendo lo bien que la chupaba, con mis comentarios no obtuve más respuesta que la gestual, porque se sacó mi pene de la boca y desde su posición de inferioridad, me sonrió mientras me seguía masturbando manualmente, momento que aproveché para sacarla su camiseta y desabrochar su sujetador blanco, de tal forma que a la vez que disfrutaba de sus chupadas, pudiera disfrutar del pleno tacto de sus grandes pechos.

Con dulzura saqué mi pene de su boca y la indiqué que se pusiera de pie para dar un paso más. Mientras la besaba apasionadamente, mis manos acariciaban sus tetazas estirando sus pezones y fueron bajando para desabrochar su cinturón y sus pantalones vaqueros para conseguir bajárselos, dejando al aire en esta ocasión unas bragas negras.

Llegado a este punto, decidí esmerarme un poco y darle a María Jesús un poco de morbo para intentar excitarla más, por lo que tras volver a besarla metiendo mi lengua hasta dentro de su boca, alejé mi cara de la suya y comencé a besarla y lamerla el cuello, mordisqueando el lóbulo de su oreja y fui recorriendo con mi lengua el camino hasta sus pechos, donde me recreé besándolos, dando lametones a sus pezones, absorbiéndolos, y aprovechando ese momento para introducir mis mano por debajo de sus bragas y descubrir que aquello la estaba gustando, y no solo por el pequeño estremecimiento que sentí cuando rocé su vulva, sino por el hecho de que su coño estaba ya muy mojado.

Animado por ello, mi lengua continuó su camino y mordiendo con mis dientes sus bragas, las bajé hasta las rodillas, frontera marcada por sus pantalones. Con su colaboración, la quité las sandalias y la terminé de sacar los vaqueros y las bragas, iniciando mi lengua un nuevo camino a través de sus piernas, esta vez ascendiendo desde sus tobillos hasta, tras dar un pequeño rodeo por su entrepierna y tras indicarla que se sentara en la mesa de la cocina, llegar a su coño.

Ahí estaba mi casera, sentada con las piernas abiertas en la mesa, y yo de rodillas frente a ella y su hoy velludo coño, y es que estaba claro que si en nuestra primera vez se lo había arreglado para acudir a la piscina o a la playa, no había vuelto a darlo un repaso. Aun así, ese coño peludo y con alguna que otra cana me volvía a resultar de lo más tentador, así que comencé a darla placer empezando con mis dedos, moviendo índice y anular alrededor de su clítoris mientras observaba como María Jesús empezaba a gozar con los ojos cerrados, la cabeza echada hacia atrás y comenzando a suspirar…momento que entendía el adecuado para que mi lengua entrara en acción.

Mis dedos fueron sustituidos por mi lengua, aprovechando estos para apartar el abundante vello púbico y la vulva de María Jesús y de esta forma tener un mejor acceso a su protuberancia vaginal, de tal forma que lamiendo de arriba abajo y de forma circular su clítoris, mi lengua también pasaba por sus labios vaginales, que sobresalían sobre manera de su coño. La postura con ella encima de la mesa no era cómoda para darla placer mientras saboreaba su coño, así que dado que estaba ya bastante húmedo el terreno de juego, decidí penetrarla vaginalmente con mis dedos índice y anular mientras la observaba.

Al percatarse de que mi lengua dejaba su trabajo, María Jesús me miró expectante, preguntándose qué sería lo siguiente, y al notar mis dos dedos penetrando en su coño, quedó con los ojos tan abiertos como su boca de la cual solo salió la palabra –oh- mientras se acariciaba sus preciosas tetas y me miraba…ese -oh- no tardó en volver a aparecer y de nuevo desaparecer para pasar a suspirar de forma acompasada con el movimiento de mis dedos en su vagina, que en ese momento ya eran tres, hasta tal punto estaba ya de excitada que dejó de estar medio recostada en la mesa de mi cocina para pasar a sentarse y decirme:

-Métemela ya…

Y como buen anfitrión, eso hice. Teniéndola sentada en la mesa, se la metí poco a poco, marcando ella misma tanto el ritmo como el tamaño de la penetración, con su mano izquierda en mi abdomen y la derecha manoseándome el culo mientras nos besábamos y yo aprovechaba para disfrutar del tacto de sus grandes y bonitos pechos. En ese momento entendía que era mejor que se sintiera cómoda, pero tenía muy claro que ese día la iba a hacer disfrutar como nunca antes lo había hecho, así que si en un principio la dejé a ella que tomara la iniciativa, pronto fui yo el que comenzó a mandar, aumentando el ritmo y sobre todo, aprovechando que su coño estaba extremadamente húmedo, metérsela por completo mientras agarraba su culo con mis manos y mordía y lamía sus pechos.

Pensé que me vendría bien un cambio, así que se la saqué y la indiqué como quería que se colocara, que era a cuatro patas encima de la mesa. Como podéis imaginar, tuve que ayudarla un poco para que se colocara como yo quería, pero una vez que se colocó, y gracias a su extremadamente lubricado coño,  la empitoné de tal forma que María Jesús emitió un grito majestuoso, un -¡Ay!-, seguido de un –Esto creo que me va a gustar mucho…- y efectivamente, en cuanto comencé a penetrarla hasta el fondo de esta manera, comenzó a lanzar unos extraordinarios gemidos, y no solo eso, sino que al aumentar la velocidad, sus gemidos solo era interrumpidos por frases como –Métemela toda…así, ah, así, fóllame, fóllame…¡¡¡me voy a correr!!! Y efectivamente eso hizo, sus gemidos fueron sustituidos por un formidable grito que acabó ahogado en medio de las convulsiones propias de sus orgasmos, y como no, con un gran chorro de orina… esta vez fue algo verdaderamente especial, al no estar usando condón, noté su meada en mi pene ya que mientras su líquido salía, yo no dejé de penetrarla, era maravilloso follar con una mujer de 60 años, pero más aún ver como disfrutaba de sus orgasmos hasta el punto de orinarse encima y de perder la cabeza, estaba realmente excitado, por lo que mientras María Jesús disfrutaba aún de los últimos espasmos de su orgasmo y expulsaba sus últimas gotas de orina, le saqué mi polla y comencé a lamer su culo frotando mis dedos con sus clítoris. 

Cuando terminó de correrse, pareció intentar recomponerse  de la posición tan poco decorosa en la que se encontraba, subida encima de la mesa, totalmente espatarrada y yo detrás lamiéndole el ojete, con lo que apartó mi cabeza de su trasero e intentó bajar de la mesa, pero aprovechando que para mantener el equilibrio necesitó tumbarse de lado para darse la vuelta, la sujeté, y encontrándose en situación lateral, la coloqué al borde de la mesa, flexioné ligeramente sus piernas y de esta forma volví a penetrarla.

Estoy seguro de que a María Jesús nunca la habían follado así, lo pude adivinar por la cara de curiosidad con la que me miraba mientras se dejaba hacer, e igualmente estaba seguro de que eso la ponía a cien, y ello porque en el justo momento en que se la metía, cerró sus ojos y abrió su preciosa boca, adaptándose perfectamente a mis embestidas, no dejaba de observarla y de mirarla, lo cual fue captado por ella, que me miró fijamente y cerró su boca con fuerza, mostrándome los dientes con fiereza, a la vez que con su mano izquierda se apretaba con dureza sus gordos pechos…no tardó en comenzar a gemir de nuevo cerrando los ojos y flexionándose aún más para que yo pudiera penetrarla más profundamente, incluso en esa posición tan incómoda para ella intentaba ayudarme a que la follara, estaba notando que iba a volver a correrse, sus gemidos eran ya más que audibles, volvían los  -¡Si, si¡- y justo en ese momento en que María Jesús estaba otra vez entrando en su ritual orgásmico, se la saqué y aprovechando la gran lubricación de su coño y se la intenté meter por la trasera…y digo intenté porque no me dejó, en cuanto notó que mi pene la intentaba penetrar por el culo, dio un extraordinario respingo y se apartó de mí.

- No, por ahí no- dijo con total autoridad 

- Sigue haciéndomelo como antes...- dijo mientras agarraba mi polla y se la metía en el coño.

Y como la cliente siempre manda, la volví a follar como me pedía, pero esta vez a mí manera, metiéndosela hasta el fondo y con un ritmo vivo, lo estaba disfrutando mucho, pero María Jesús lo disfrutaba más aún, esta vez estaba gritando como una posesa, con cada una de mis embestidas cada vez más profundas, ella respondía con grandes alaridos de placer hasta que de nuevo se corrió.

Otra vez se corrió expulsando su orina mientras no dejaba de penetrarla, esta vez fue un orgasmo extraordinario, no dejaba de agitarse sobre la mesa y de gritar un –Aaaaaahhhh- sublime…

Yo ya estaba empezando a pensar en correrme, así que la ayudé a bajar de la mesa como quien ayuda a un inválido, y es que María Jesús en ese momento me estaba mirando como no sabiendo donde estaba, parecía que ese último orgasmo la había llevado muy lejos de allí, y me resultó chocante cuando tras poner los pies en el suelo y chapotear entre el charco de orina que había en la cocina debido a sus orgasmos, me susurró:

- Lo siento…

Parecía que en su mente de “pijilla” y de señora educada en “los buenos modales” no entraba el hacerse pis al correrse ni mucho menos follar con un hombre 25 años más joven que ella y de la forma en la que lo hacíamos, pero como ella se mostraba de lo más dócil, la senté en una silla de la cocina, y un vez sentada agarré su mano para que me masturbara, y posteriormente ella misma se la introdujo en la boca, adivinando perfectamente cuál era mi intención.

Mi señora casera volvió a chupármela como hacía un momento la había enseñado, pero esta vez la cogí una mano y se la llevé a mis huevos para que los masajeara, quedando la derecha libre para que me siguiera masturbando.

Debo decir que me sorprendió enormemente que María Jesús pusiera tanto empeño en hacerme una buena mamada, y es que con las sencillas señas que la había dado, lo pilló enseguida, pensaba que había descubierto en ella un auténtico talento oculto, en cualquier caso, el hecho de chupármela creo que la estaba excitando mucho, porque sacándose mi pene la boca comenzó a decirme:

- Te gusta que te la chupe, ¿verdad? – decía mientras no dejaba de masturbarme.

- Sí, sigue chupándomela así…- no pude más que responder.

Y como la niña que hace una trastada, se colocó mi polla en las tetas y comenzó a hacerme una cubana, exactamente como la primera vez que follamos, y mientras me la cascaba con sus grandes tetas:

- Córrete en ellas, córrete en mis tetas…

- Oh qué bien lo haces…- afirmé.

Pero por muy placentera que fuera la sensación, y aunque ya tenía la polla a punto de explotar, no quería correrme así, por lo que me deshice de ella y volví a metérsela en la boca, sujetando su cabeza, y ella por única respuesta lo que hizo fue volver a sujetarme la polla como la había indicado, y de esta forma fui yo el que ahora empezó a gemir:

-Oh,sí, que bien la chupas, sigue así, me voy a correr…- la decía casi como forma de desahogo y evitando que ella contestara por tener la boca llena, y justo en el momento en el que noté que mi cuerpo no iba a aguantar mucho más, se la saqué de la boca, agarré la mano con la que me masturbaba ayudándola con la mía y con un gran gemido por mi parte, acabé corriéndome.

Creo que esa ha sido una de mis mejores y más abundantes corridas. Al tener unida mi mano a la suya y a mi polla, y la otra sujetándola la cabeza a María Jesús, ésta casi no pudo reaccionar, la primera eyaculación fue a parar a toda su cara, esa corrida llegó desde su nariz hasta su pelo totalmente despeinado, recibida por ella cerrando los ojos casi asustada pero sin dejar de cascármela, la segunda siguió la misma vía aunque cayendo casi en su totalidad sobre su ojo izquierdo, y la tercera y restantes sobre su fina boca…se puede decir que prácticamente la totalidad de su cara estaba cubierta por mi esperma, y para terminar de correrme no hice otra cosa que pasar mi polla por sus labios.

La imagen de ver a María Jesús, mi casera, toda una pija, una señora de 60 años, con la cara cubierta por completo con mi esperma, creo que no me va a abandonar nunca…y es que mientras me recuperaba y admiraba a mi querida compañera de “acto sexual”, esbozó una pequeña sonrisa diciendo:

- Como me has puesto…tráeme un poco de papel, anda.

Yo no pude evitar reírme y muy caballerosamente, la ayudé a levantarse y la conduje al baño, donde la fui dando papel para que ella se limpiara…era precioso verla como se quitaba mi semen de la cara mientras reía, creo que antes nunca había vivido algo así…

- ¡Tengo también en el pelo!- añadió esta vez riéndose casi a carcajada limpia, risa a la que yo también me uní.

Tras limpiarse y arreglar su pelo como buenamente pudo, comenzó a vestirse mientras yo la abrazaba y la pedía que por favor no volviera a dejarme como la primera vez, que me había gustado mucho follar con ella.

- A mí también me ha encantado lo de hoy…pero vamos viendo…quiero que sepas que soy muy tradicional y esto no es para mí… -volvió a sonreír de forma pícara y divertida, pero a la vez expresando una gran alegría, tras lo cual me besó en la boca, cogió su bolso y se despidió por última vez antes de salir de mi casa.

Todo esto es lo que sucedió en mi segundo encuentro con mi casera, preludio de otros más…

Espero que os haya gustado amig@s, os seguiré informando.

¡Hasta otra!




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