martes, 5 de noviembre de 2019

Una buena casera


¡Muy buenas chic@s!
Últimamente estoy intentando recuperar un poco el blog, he estado bastante liado con trabajo y otras cosillas, pero aunque esté ocupado, he sacado un poco de tiempo para contaros una pequeña historia de mi nueva vida en mi nueva ciudad.
Como os contaba hace un par de meses en Twitter, me volví a follar a mi casera y no sabéis lo bien que me lo pasé con ella…ya os contaré…pero por poneros un poco al día, y como todo tiene un principio, os voy a contar como empezó todo.
Mi primer contacto con mi casera fue cuando visité mi piso por primera vez. Su nombre es María Jesús y me pareció una señora encantadora. A sus sesenta años (sí, sesenta, habéis leído bien), tenía una apariencia física de lo más atractiva: con 1,70 aproximadamente de estatura, su piel era tersa y sin ninguna arruga debido a la evidente utilización de buenos cosméticos, con dos lunares debajo de unos labios finos, ojos marrones, con pelo largo, liso y castaño perfectamente peinado con flequillo a un lado, se notaba que acudía a la peluquería con mucha regularidad, ropa muy moderna y de apariencia cara, perfume caro…un encanto, vamos.
En cuanto a su cuerpo…qué decir, el día que la conocí llevaba botas altas con unos vaqueros ajustados en los que se adivinaban unas piernas gorditas y unas caderas anchas, pero lo que más destacaba de ella era su camisa blanca y suelta, que dejaba entrever su canalillo y unos abundantes pechos.
Desde el primer momento me hizo tilín, vamos, que me gustó, por lo que cultivé una buena relación con ella, vivía muy cerca de mi casa y nos veíamos con regularidad, así que aprovechaba cada encuentro para ser extremadamente cortés y halagador, a lo que ella siempre correspondía de una forma amable y simpática.
Como os decía, María Jesús me daba muchísimo morbo, no solo por el hecho de que era mi casera, sino sobre todo por su edad, ya que nunca había follado con una mujer de tan “mayor” y en tan buen estado de conservación, por eso adopté una táctica de acercamiento y ver como se desenvolvían los acontecimientos. Y por suerte, no tardaron en hacerlo.
El primer “contacto” fue iniciándose el verano. Algunas de sus cartas llegaban a mi casa y normalmente yo se las llevaba, pero ese día, ella subió a mi casa a por ellas. Entró, estuvimos charlando cordialmente como siempre, la di las cartas, y como buen anfitrión la acompañé hasta la puerta, eso sí, fijándome en su maravilloso culo, y es que llevaba unos pantalones blancos ajustadísimos, tanto que se podían adivinar sus bragas a través de ellos. Estaba tan centrado en su trasero que no me di cuenta del espejo que tengo en la entrada, a través del cual no solo pude verme reflejado a mí mismo, sino que también pude ver a María Jesús dándose cuenta de que la estaba mirando el culo…pero amig@s … tras ese instante de sobresalto en el que piensas vaya, me han pillado, vino el de satisfacción, ya que no me pasó desapercibido que a ella no la había molestado en absoluto, y tras llegar a la puerta, se dio la vuelta con una enorme sonrisa y se despidió de mí con dos besos…quizás demasiado cerca de la boca.
¿Qué debía pensar? ¿Era una invitación a “algo más”? La verdad es que no hacía más que tener fantasías y masturbarme pensando en ella, pero lo que sí que tenía claro es que debía de seguir así, que debía acercarme aún más a ella y ver si podía conseguir tener algún otro encuentro, pero la suerte, en este caso mala, me vino a ayudar: una gran gotera.
Como buena casera, María Jesús vino al día siguiente de que la llamara, y lo que me encontré al abrir la puerta fue un tremendo espectáculo… Llevaba un vestido blanco muy veraniego, de tirantes, justo por encima de las rodillas y con un gran escote, lo cual, unido a lo ajustado del mismo, hacía destacar unos pechos de gran tamaño.
De esta forma, tras entrar en mi casa y comprobar la gotera, subió a hablar con mi vecino de arriba. A María Jesús se la notaba el aire de mujer con carácter, pero debo decir que lo que presencié superó todas mis expectativas, y es que al parecer la relación de vecindad nunca había sido buena, por lo que tras informar de los desperfectos de mi casa, se precipitaron los acontecimientos y lo que comenzó como una conversación amistosa, acabó convirtiéndose en una de las discusiones más fuertes de las que he sido testigo en toda mi vida, con lo que me vi obligado a subir en su auxilio ya que María Jesús estaba verdaderamente fuera de sí, así que tras poner paz, la agarré del brazo con autoridad, y sin una gran resistencia, la dirigí a mi casa para que se tranquilizase mientras no dejaba de gritar al vecino de arriba.
Una vez dentro de mi casa, la senté en el sofá del salón, la acerqué un vaso de agua y pasó de la más extrema de las furias, a romper a llorar de una forma casi histérica, y claro, yo no tuve otra alternativa que sentarme a su lado, y abrazarla a modo de consolación…pero lo que yo quería era “consolarla” de otra forma…así que mientras ella se abrazaba a mí y lloraba en mi hombro, hice un movimiento magistral: la aparté un poco la cara para ponerla a un palmo de la mía sujetando suavemente su barbilla con mi mano izquierda, y mirándola a los ojos la besé en los labios.
Ya había dado el paso final, ahora la tocaba a ella reaccionar, así que despegué mis labios de los suyos y se me quedó mirando con una gran cara de sorpresa que podía significar cualquier cosa, por lo que ante la duda, introduje mi lengua en la suya y esas dudas quedaron resueltas, porque ambas lenguas comenzaron a moverse con tranquilidad y pasión.
Aprovechando la ocasión, mientras la besaba, mis manos se pusieron a trabajar, primero acariciando sus piernas y poco a poco subiendo. Con el fin de que no se arrepintiese y me dejara con todo el calentón, pasé a acariciar sus pechos por encima de su precioso vestido, para con suavidad bajar lentamente la cremallera e ir dejando caer sus tirantes, bajando su vestido poco a poco hasta la cintura y observando de reojo un precioso sujetador blanco que a duras penas podía mantener recogidos sus grandes senos, sujetador que no tardé en desabrochar para dejar al aire esas tetas que me estaban volviendo loco. Eran grandes, una talla 100, con unas aureolas oscuras y lo que me pareció más interesante, unos grandes y provocativos pezones, unos pechos tan bonitos que me vi obligado a apartar mi boca de la de María Jesús para poder acariciarlos y besarlos, lamerlos y darles pequeños mordiscos…aquello estaba claro que la estaba gustando, su respiración se estaba haciendo más rítmica y profunda, podía ver de reojo que ella había cerrado los ojos para centrarse en disfrutar, lo cual me quedó claro cuando con su mano derecha agarró uno de sus pechos y con el otro sujetó mi cabeza para que no dejara de hacer lo que estaba haciendo…
No quería que aquello parase, así que con un breve y decidido movimiento, acabé por quitarla el vestido y por sacarla sus bonitas bragas blancas para dejar al descubierto su coño. Como es lógico, eché un primer y detallado vistazo a “sus partes más íntimas”. Era más bien peludo, se veía que no pensaba usarlo y se lo había arreglado solo para ir a la playa, y su vagina era grande y con los labios internos sobresaliendo a los externos, no se puede decir que fuera un coño apetecible, pero me apetecía probarlo y observar las reacciones de mi compañera, así que me puse de rodillas, la abrí por completo las piernas y mi lengua comenzó a trabajar con su clítoris, moviendo mi lengua en sentido circular y cambiando de dirección…no había hecho más que empezar y ese coño estaba ya verdaderamente húmedo, así que aprovechando ese lubricante natural, introduje mi dedo anular en su vagina, notando el estremecimiento de María Jesús y un apagado gemido…aquello la estaba gustando, así que seguí con ese movimiento tan placentero para ella, y como pude observar que aquello la estaba excitando de verdad, introduje otro dedo.
Tras introducir el segundo dedo en su coño, noté un nuevo estremecimiento y un pequeño suspiro, aquello parecía que realmente la gustaba, así que empecé a mover mis dedos rítmicamente, metiéndolos y sacándolos, acompasándose los suspiros de María Jesús con el movimiento de mis dedos en su vagina, aquello la estaba excitando de verdad, sus suspiros se convirtieron en gemidos hasta que se corrió con un sonoro suspiro, agarrando mi cabeza con tal fuerza y acercándola tanto a su coño que casi me dejó sin respiración…
Aquello no había hecho más que empezar. Con mi casera medio tumbada en el sofá y mirándome con cara de no creerse lo que estaba pasando, me puse de pie y comencé a desnudarme, quitándome la camiseta y desabrochándome el pantalón poco a poco para darle aún más interés, tras lo cual, y ante la atenta mirada de mi compañera sexual, me quité mi ropa interior, enseñándola mi polla totalmente erecta, dándola un par de sacudidas delante de ella para que pudiera apreciar con claridad lo que se la venía encima, con lo que una vez que yo también me encontré totalmente desnudo, la cogí de la mano y con este gesto la llevé a mi dormitorio.
La dejé sentada en la cama con mi polla delante de la cara, a lo que ella reaccionó acariciándome el miembro y masturbándome lentamente, lo suficiente para mantener mi erección mientras me colocaba un condón, tras lo cual  la tumbé y la penetré sin mayores contemplaciones, yo de pie y ella en el borde de la cama, metiéndosela tan adentro como ella pudo recibirme, ya que exhaló un gemido de dolor medio apartándome con sus brazos, signo inequívoco de que su coño no podía aguantar toda la grosura de mi pene dentro de ella,  mientras me decía entre susurros:
- Despacio…no me la metas toda aún…
Y muy obediente, eso hice, se la fui metiendo poco a poco, despacio, desde mi posición no podía dejar de admirar la vista, ver a toda una mujer de 60 años “despatarrada” para mí, con el movimiento ondulante de su flácida barriguita, los ojos cerrados, el pelo en la cara, acariciándose lo pechos…estaba encantadora…pero ese movimiento me estaba resultando ya monótono, así que flexioné sus piernas para colocar sus pies contra mi pecho y me tumbé sobre ella, siguiendo obedeciendo su mandato de no metérsela entera, abriendo María Jesús sus ojos ante este cambio, y tras comprobar cómo me había colocado, volvió a cerrarlos y a agarrarse sus pechos, lamiéndose los pezones y estirándoselos todo lo que podía…
En esta postura estaba viéndola disfrutar, estaba comenzando a gemir y su coño estaba excepcionalmente mojado, me estaba poniendo muchísimo, por lo que decidí que ese era el momento de olvidar su orden y metérsela entera, así que la abrí por completo las piernas, me tumbé sobre ella y la penetré por completo. La reacción de mi casera fue instantánea, abrió los ojos como platos lanzando un gran grito entre el dolor y el placer que rompió sus apagados gemidos, grito que se fue repitiendo y acrecentando con cada una de mis embestidas, sus ojos seguían abiertos mientras me observaba ahora casi fuera de sí, sus gritos se convirtieron en aullidos perfectamente audibles -¡Así! ¡Así!- gritaba, y mientras yo cada vez aceleraba más el ritmo, María Jesús lanzó un nuevo grito dentro del catálogo que me estaba mostrando, esta vez casi animal, con los ojos casi fuera de sus órbitas, y su cuerpo comenzó a sacudirse como intentando cerrar las piernas, a lo que yo respondí metiéndosela y sacándosela aún más rápido y más profundo…y no tardé en adivinar el por qué de ese extraño comportamiento, y es que a raíz de ese terrible orgasmo  que mi adorable compañera acababa de sufrir, no solo había perdido por completo la cabeza, sino que también había perdido el control de su esfínter, es decir, que se estaba meando encima.
Me resultó verdaderamente curioso observar aquello, y es que al cubrir mi polla toda su vagina, ésta estaba haciendo de tapón a la salida de su orina, dejando escapar solo salpicaduras como consecuencia de mi movimiento dentro de ella, hasta que se la saqué y tras un momento de expulsión de pis como si saliera de un geiser, comenzó a salir un chorrito casi imperceptible que pronto paró, pero que dejó una gran mancha en mis sábanas.
En el instante en el que la fuente que manaba del coño de María Jesús paró, se llevó su mano derecha a sus partes, y con los ojos cerrados y medio jadeando como si acabara de correr una maratón, no dejaba de susurrar perdón, perdón…y claro…como os podéis imaginar, aquello me excitó aún más…ella ya se había corrido dos veces, yo aún no, y quería disfrutar aún más de ella, así que mientras ella intentaba recuperarse, la dije:
- Ponte a cuatro patas, ahora quiero follarte por detrás.
Y eso hizo, se colocó como la pedí, yo detrás de ella, y de esta forma, comencé a pasar mi mano por su coño, acariciándolo, notando lo mojado que seguía estando, pasando mis dedos por su clítoris, y después introduciendo dos dedos en su vagina, moviéndolos dentro de ella para masturbarla…ella empezaba otra vez con sus suspiros y gemidos ahogados, así que dado que su coño seguía más que húmedo, y ante mi intención de volvérsela a meter, me susurró:
- No me la metas como antes…ya has visto lo que me ha pasado…
Pero hice todo lo contrario y la penetré hasta dentro, reaccionando María Jesús con uno de sus gritos y con un intento de huida que yo evité sujetándola por las caderas y atrayéndola hacia mí, esta vez hice todo lo contrario de lo que me pedía y con un ritmo rápido, cada una de mis profundas penetraciones eran contestadas por un grito de mi querida casera, pero como deseaba que aquello siguiera, la di un respiro y con una embestida brutal penetrándola lo más profundamente que pude, puse un ritmo más tranquilo.



De esta forma, penetrándola lentamente por detrás, la visión de su ojete me estaba resultando tentadora, con mis lentas y pronunciadas embestidas, estirando su culo podía observar cómo se iba abriendo y cerrando, así que mientras sujetaba su cadera con mi mano izquierda y seguía metiéndola mi polla, comencé a acariciar con mi pulgar derecho ese bonito agujero.
Aquello parecía que la estaba excitando porque ahora era ella la que se movía retándome a follarla más rápido, por lo que por el momento dejé que ella marcara el ritmo que la resultara más cómodo, si bien aquello no dejé que durara, ya que en uno de sus movimientos, mi dedo gordo se introdujo en su culo a la vez que yo la pegué una profunda acometida.
Su reacción fue un nuevo respingo, levantó la cabeza que hasta ese momento tenía gacha, junto con un grito entrecortado, es decir, aquello la había gustado, así que aceleré el ritmo con mi polla entrando y saliendo de su vagina y con mi dedo haciendo lo mismo en su culo, y una vez más, pasó de sus gemidos a los gritos, estaba volviendo a perder la cabeza y no tardó en correrse de nuevo, con un gran espasmo junto a unos gritos salvajes, y nuevamente acompañados de un chorrito de orina, que esta vez dejé salir libremente, ya que al notar su micción, saqué mi pene de su interior.
Yo ya no iba a poder aguantar mucho más, así que me quité el condón y con María Jesús aún a cuatro patas, totalmente despeinada, con cara de desorientación y de duda por intentar adivinar qué era lo que iba a hacer, me coloqué al borde de la cama, justo al lado de ella, y la introduje mi polla en la boca, entendiendo en ese momento a la perfección lo que quería, que no era otra cosa que me la chupara, y de esta forma comenzó a lamérmela, lo cual hizo cerrando sus labios alrededor de mi verga y haciendo el movimiento de masturbación con su boca.
No tardé en darme cuenta de que ese no era el fuerte de María Jesús y de que de esa forma no me iba a correr, así que la ordené que se sentara en la cama y colocando mi pene entre sus generosas tetas, las apreté y me comencé a masturbar con ellas ante su atenta y divertida mirada, y es que era verdaderamente excitante para mí hacerme una “cubana”, pero más lo fue cuando ella me dijo:
- Déjame a mí…
Y apartándome las manos, se agarró sus fenomenales tetas y comenzó a masturbarme con ellas, y debo decir que lo hacía genial, tanto que yo me puse a gemir de placer como forma de hacerla saber que lo estaba haciendo muy bien, y ella lo entendió perfectamente porque aceleró el ritmo de sus tetas, me estaba excitando enormemente y además aquello la estaba poniendo:
- Esto te gusta ¿verdad? Te gustan mis tetas, ¿eh? Pues vamos, córrete en ellas…dame toda tu leche…
Y así aceleró más y más…hasta que con un gran escalofrío me corrí de una forma más que abundante sobre ella…
Al abrir los ojos y mirarla, la vista era maravillosa: María Jesús tenía cada pelo por un lado y con la boca abierta miraba mi polla y mis últimas sacudidas expulsando semen, parte de mi corrida colgaba de su barbilla y el resto aparecía esparcida por su pecho, y todo escurría por sus tetas, no podía ser mejor…
Tras terminar, la di un beso en la boca y ella se fue al baño para limpiarse todos los restos que la había dejado.
No tardó en salir y volver al salón donde se encontraba su ropa y donde yo la esperaba aún desnudo, y mientras ella se vestía, yo la abracé por detrás aunque ella no hizo mucho aprecio…en apenas cinco minutos la pasión se había transformado en un rostro de vergüenza y cierto arrepentimiento…pero yo ya había hecho lo que quería hacer y eso era lo importante, porque a pesar de que tras vestirse se despidió con dos besos formales y un hablamos, yo sabía que ella me había probado y la había gustado, es decir…seguro que repetiría.