martes, 3 de noviembre de 2020

Las abuelitas también follan

 ¡Hola amig@s! Hoy toca relatito y la verdad que tenía ganas de contaros mi última conquista sexual…como os habéis podido imaginar los que me seguís en Twitter, os voy a hablar de Soledad, toda una señora de 63 añitos…

Algunos ya sabéis un poco de qué va la historia, así que para no aburriros, os contaré que nos conocimos a través del grupo de amigos que conocí a través de una web.

El día que nos conocimos, la noté un poco pez fuera del agua ya que somos un grupo de personas de entre 30 y 40 años, así que para que se sintiera incluida, me puse a charlar con ella, a conocernos, a bromear…y después de un raro me di cuenta de que era una mujer encantador. De esta forma fue pasando la noche, las cervezas se iban acumulando, y llegó el momento en el que se acercó a despedirse de mí y, con esa valentía que da el llevar un poco más de alcohol en sangre de lo normal, me dije… ¿Por qué no la pido su número de teléfono? Y me lo dio…

De esta forma, comenzamos a charlar un poco por Whatsapp, a conocernos… y finalmente quedamos un jueves, para cenar juntos en un restaurante y tomar una copa. Una vez más, y a pesar de que notaba en todos sitios miradas curiosas, lo cual me excitaba aún más, lo pasé genial con ella y tras acompañarla muy amablemente a su casa… ¡Nos enrollamos!

Sé lo que estáis pensando, aquello era todo muy raro, y lo sé porque yo también lo pensaba, pero todo era tan raro que me causaba un morbo increíble, de nuevo esa sensación de lo prohibido, lo diferente… eso es lo que convierte a una persona en irresistible.

Como os decía, la sensación de hacer lo prohibido siempre ha despertado en mí un morbo indescriptible, la mujer de más edad con la que había estado era María Jesús mi casera, (pensaba que estaba en los 60, en realidad tiene 55) y la edad de Soledad eran 63, tal vez demasiados, pero… ¿y qué? Nunca me ha importado lo que diga la gente, me apetecía probar lo que era follar con una mujer tan mayor y el primer paso ya estaba dado, ya nos habíamos besado en su portal como si fuéramos unos novios adolescentes, así que la propuse que viniera a mi casa a cenar, y tras un par de negativas por tener que cuidar de sus nietos, finalmente me dijo que sí. Por fin.

Y llegó el viernes, aquel maravilloso viernes… pasé la tarde preparando cosas para que cuando llegara Soledad no tuviera que esperar y en estas estaba cuando sonó el timbre. Era ella. Y debo decir que estaba preciosa.

Soledad es bajita, alrededor de 1,60, lo que unido a su delgadez la da una apariencia de gran fragilidad, si bien es una mujer de carácter y de armas tomar. De ella lo que más llama la atención es su extremo moreno debido a la utilización cotidiana de los rayos UVA, moreno que destaca más por cuanto lleva el pelo teñido de rubio apagado y muy liso, con media melena por el cuello y con el flequillo cayendo con mucha gracia por su frente hacia al lado izquierdo.

En cuanto a su rostro, sus ojos son muy oscuros y pequeños, sus labios son muy finos, con la cara surcada por arrugas pronunciadas, si bien se nota su cuidado a través de cosmética de piel, destacando sus pómulos prominentes.

Ese día llevaba un vestido largo veraniego de gasa en color rosáceo y una blusa de un color claro muy fina y escotada, adornada por un colgante largo de oro que caía entre sus pechos y un brazalete también de oro, todo ello rematado por un maquillaje perfecto, tono rosáceo discreto para sus labios, abundante rimmel y sombra de ojos, incluso pude apreciar algo de colorete…lo dicho, estaba preciosa.

Así pues, después de saludarnos y bromear, dejé todo preparado y tuvimos una agradable y divertida cena, tras la cual nos sentamos en el salón a charlar y tomar una copa de vino.

De esta forma y mientras charlábamos, yo aprovechaba para acercarme más a ella, rompiendo su zona de confort, coloqué una mano en su pantorrilla como el que no quiere la cosa y en el momento en el que cayó y me miró a los ojos, me lancé a ella. Al igual que en nuestro primer beso, en un principio recibió mi lengua por sorpresa para posteriormente jugar con ella, mientras que aprovechando que yo ya tenía una mano colocada en su pierna, comencé a acariciársela, a moverla de arriba abajo hasta que conseguí de esta forma levantarla hasta por encima de la rodilla y empezar a tocar carne.

Soledad seguía besándome, pasó su brazo derecho por detrás de mi cuello como sin darse cuenta de que mi hábil mano derecha ya estaba acariciando la parte baja de su espalda al haber encontrado el espacio entre su falda y su blusa, y mi no menos hábil mano izquierda, ya se había introducido por debajo de su falda y estaba acariciando su ropa interior, y fue en el momento en el que mi mano izquierda se intentó introducir por debajo de sus bragas cuando dejó de besarme y muy seria, y mirándome a ratos a los ojos y a ratos al vacío, me dijo:

- Antes de nada…quiero que sepas que hace mucho tiempo que no estoy con un hombre…y estoy bastante nerviosa…y otra cosa…nunca he estado con un chico tan joven…ten en cuenta que no puedo hacer lo que haces con una chica de tu edad…

- No te preocupes… relájate y disfruta…-respondí

Estaba más caliente que el palo de un churrero y la podría haber prometido cualquier cosa, así que sin dejarla pensar mucho, volví a introducir mi lengua en su boca y mi mano se introdujo por fin dentro de sus bragas, comenzando a palpar su entrepierna, la cual encontré casi seca, así que pensé que lo mejor sería hacer una excursión por la parte superior de su cuerpo y eso hice, abandoné su entrepierna y comencé a subir mi mano suavemente para juguetear con los botones de su blusa para desabrocharlos poco a poco, y una vez que terminé, me aparté de Soledad para quitársela del todo, a lo cual fui ayudado por ella, quien por propia voluntad aprovechó también para desabrocharse el sujetador blanco que llevaba puesto para dejar sus tetas al aire.

Y ahí estaba Soledad, toda una mujer de 63 años sentada delante de mí, con la falda abierta, dejando entrever unas bragas de color blanco y sin la parte de arriba de la ropa. No podía dejar de observarla. Sus pechos no tenían ninguna marca de bikini, lo cual dejaba claro que los rayos UVA los tomaba sin sostén, pero lo que más me llamaba la atención de su pechos eran lo diferente que eran de todo lo que había visto, estaban caídos y verdaderamente arrugados, como si se les hubiera extraído hasta la última gota de leche…

- ¿No te gustan?- me preguntó con mirada escrutadora

- Sí, sí que me gustan…

Tras lo cual, y a modo de prueba, me puse a lamer sus pechos, pasando mi lengua por ellos hasta llegar a sus pezones para mordisquearlos, pasar mi lengua y absorberlos. Aquello era un poco extraño, nunca me había comido unas tetas como aquellas, al chupar y absorber no me metía en la boca más que piel, pero no puedo decir que fuera algo desagradable, si bien estaba empezando a estar un poco preocupado, porque a la vez que trabajaba sus pechos con mi lengua y mi mano derecha, la izquierda estaba dentro de sus braguitas y por mucho que me esforzaba en darla placer y en decirla palabras amables alabando su cuerpo, no conseguía que su coño comenzara a lubricar, por lo que aunque no era algo que me apeteciera mucho, decidí probar a bajar a trabajarlo con la lengua.

Me quité la camiseta ante la atenta y expectante mirada de Soledad, y arrodillándome ante ella suavemente la quité las braguitas blancas y… ¡Sorpresa! ¡No había ni un solo pelo en su entrepierna! Era curioso verlo así, un coño de una señora de 63 años totalmente a la vista, sin guardar un solo secreto…

- Tienes un coño precioso- susurré mientras ya comenzaba a acariciar su clítoris con mis dedos.

- Gracias… - susurró ella complacida por el cumplido.

Y así me puse manos a la obra, mi lengua se puso a moverse alrededor de su clítoris, a un lado y a otro, girando alrededor de él, absorbiéndolo con cariño, su órgano de placer estaba extraordinariamente duro, pero si bien en ese momento ya se notaba cierta humedad, suficiente para  introducir el dedo que ya tenía en su vagina, era claramente insuficiente para que mi pene pudiera acoplarse, así que seguí con lo que estaba haciendo hasta que por fin Soledad me apartó suavemente la cabeza de su entrepierna, se puso en pie, y se dirigió a su bolso.

Mientras me levantaba atento a lo que buscaba, ella se dio la vuelta con un gel, y con una sonrisa dijo:

- Me está gustando muchísimo lo que haces…pero a mi edad tengo que utilizar un lubricante para masturbarme o para follar… ¿Quieres ver cómo lo uso?

- ¡Por supuesto! – Respondí con gran efusividad.

Y de esta forma, tras quitarse la falda, Soledad se sentó junto a mí en el sofá y se aplicó abundante gel directamente en su coño totalmente depilado. Tras esto, me echó una pequeña mirada y se puso a masturbarse, primero repartiendo el gel por su clítoris, y con ayuda de la lubricación, se introdujo un dedo en la vagina, moviéndolo dentro de ella misma. Posteriormente, echó la cabeza hacia atrás y comenzó a masturbarse en puridad, su mano izquierda acariciaba sus propios pechos, recogiéndoselos para lamer primero uno y luego otro, y la derecha la utilizaba para frotar su clítoris e irse introduciendo algún que otro dedo.

Era ciertamente bizarro lo que estaba presenciando, Soledad, una mujer de 63 años masturbándose delante de mí, no dejaba de fijarme en su delgadez, los huesos de sus piernas y del resto de su cuerpo, los pellejos que la colgaban de su abdomen, los pechos arrugados y caídos siendo acariciados por ella misma…pero por otro lado estaba excitadísimo, tenía la polla a punto de reventar el pantalón, y en estas estaba cuando escuché:

- Quítate los pantalones y siéntate aquí-

Y eso hice, me desabroché lentamente los pantalones ante una Soledad que no me quitaba ojo y que había acelerado su ritmo frotándose el clítoris con la derecha y que ya se estaba metiendo en el coño dos dedos de su mano izquierda, y tras quitarme también los calzoncillos, me quedé de pie junto a ella para poder observarla mejor mientras yo mismo me ponía a cascármela casi en su cara.

Inmediatamente, Soledad cerró los ojos, agarró mi polla para masturbarme a una velocidad casi vertiginosa, la misma velocidad con que su mano derecha estaba frotando su clítoris, y con la boca abierta de par en par comenzó:

- Aaaaah….Aaaaaaah….Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaah.

Y con ese tercer gritito cerró la boca con fuerza, se quedó mirándome con dureza, se introdujo dos dedos en el coño, se quedó en tensión y con mi polla agarrada con tal fuerza que pensé que me la iba a arrancar… pero finalmente, y para mi sorpresa, sin ni siquiera mirarme, se introdujo mi polla en la boca.

Sí amig@s, se puso a chupármela sin miramientos, sin ni siquiera ayudarse de las manos me regaló una mamada maravillosa, se la notaba con práctica en estos menesteres, si bien me quedé con ganas de que siguiera haciéndolo, porque no tardó en ponerse en pie, empujarme contra el sofá y colocarse encima de mí para meterse mi polla en el coño.

- Chúpame las tetas como antes…-

Así que eso hice, estrujar las negrísimas tetas de Soledad para poder meterme esos pequeños pellejos en la boca y volver a chuparlos, morderlos y absorber sus pezones, mientras ella hacía equilibrios para poderse meterse meter mi polla. Primero se metió la punta, y tras unos movimientos de cadera y mi ayuda, poco a poco se la fue introduciendo hasta que tras un último esfuerzo, quedó prácticamente entera dentro de ella y comenzó a moverse…

- Ves…ahora ya está casi toda…joder qué polla tienes…está durísima…- me iba susurrando mientras me cabalgaba.

- Joder…es que me pones muchísimo…- respondí, dándola una palmada en su huesudo culo.

Aquello me estaba resultando muy placentero, pero ese día tenía auténtico ansia de metérsela entera, de que ella se sintiera totalmente llena, y me puse a moverme con este fin.

- Para, para…déjame a mí…la tienes muy gorda…

Así que obedecí y la dejé que me siguiera montando como estaba haciendo.

- Pues sigue follándome tú…joder como me gusta tenerla dentro de ti- añadí para excitarla.

Y creo que lo conseguí porque se puso a acelerar el ritmo, mis manos pasaron a agarrar su culo con fuerza, notando todos sus huesos, sus arrugados pechos golpeaban mi cara con su movimiento…estaba tan excitado que me permití el capricho de alargar un poquito los brazos para con una mano separar sus glúteos y con la otra juguetear con su agujero del culo, masajeándolo y disfrutándolo.

- Sí joder, sigue follándome así, así me gusta…- seguí diciéndola tras dejar mi mano derecha trabajando su ano y la izquierda agarrando uno de sus pechos.

Pero como os decía, estaba cachondísimo y me apetecía cambiar las tornas:

- Déjame ahora a mí…-

Con lo que me descabalgó, se puso de pie a la expectativa de qué íbamos a hacer y viéndola tan pequeñita y tan delgadita, me dije…voy a hacer algo que seguro que no ha hecho antes… dada su edad, antes de hacerlo se lo propuse y bajo la condición de  tener cuidado, la levanté a pulso, ella cruzó sus piernas tras de mí como si fuera un koala, y apoyándola en la pared de la habitación y sujetando su culo con mis brazos, me puse a follarla de esta forma.

La notaba verdaderamente tensa, desde luego que era la primera vez que la follaban así, pero a pesar de todo, la estaba gustando, esas son cosas que se notan, pero como en mi opinión esa es más una postura de exhibición que de disfrute, agarrada como la tenía y aún con mi polla dentro, la llevé al dormitorio, y tumbada en la cama boca arriba, seguí follándola en la postura del misionero, cada vez más rápido e intentando penetrarla más y más dentro:

- Con cuidado, con cuidado, no me la metas tanto- obedecí y moderé mi penetración, si bien en ese momento ya casi tenía la polla completamente acoplada a su vagina- joder…joder…joder…así sí, así sí, así sí…-

Soledad cerraba los ojos y se dejaba llevar, tenía la cabeza estirada, el cuello en tensión, su brazo derecho debajo de la cabeza, sus pechos vacíos se movían con mis penetraciones, y viendo que estaba al borde de su segundo orgasmo, aproveché y de un par de embestidas se la metí entera, no me dejé nada, y me puse a follarla casi furiosamente:

- ¡Aaaaaay Dios! ¡Aaaaay Dios!

Repetía casi gritando Soledad, abriendo los ojos de par en par, notaba que estaba a punto de correrse y… se meó.

Sí amig@s, se meó encima.

Como os decía, la estaba follando muy fuerte, metiéndosela entera en contra de lo que ella me pedía, y tras observar un momento en el que puso en blanco sus ojos, agarrándose con fuerza los pechos y dejando a medias su boca, noté un chorrazo de pis saliendo de su coño.

- ¡Joder!- dijo casi asustada, intentándose incorporar.

Pero no la dejé y seguí follándola como lo estaba haciendo, notaba su pis saliendo a borbotones por mis penetraciones y entrecortado por los esfuerzos de Soledad por contenerse hasta que finalmente su fuente vaginal paró, tomándome en ese momento un descanso besándola en la boca pero manteniendo mi pene en su interior.

- Lo siento…de verdad…qué vergüenza…nunca me había pasado- me susurró verdaderamente afectada

- No te preocupes…

Y para ahondar en mi respuesta, bajé a su entrepierna. Pensaba que su meada no había sido muy abundante, pero me equivoqué, la sábana y el colchón estaban verdaderamente empapados y su coño estaba chorreando, pero ya había tomado una decisión y la tenía que mantener, así que me puse a lamer de nuevo su clítoris con un sabor mezcla de flujo vaginal, orina y gel lubricante, aprovechando también para penetrarla con mis dedos…y es que después de que mi polla hubiera estado dentro de ella, pude introducirla hasta tres dedos casi sin problema…y de esta forma, Soledad volvió a gemir, unos gemidos en un principio sueltos, poco a poco más acompasados, sus manos tan pronto acariciaban mi cabeza como servían para darse placer a sus pechos

- Métemela otra vez, como antes…-

Y eso hice, pero no como antes. En esta ocasión, la acerqué con cuidado al borde de la cama y levantando sus piernas, las intenté flexionar, si bien dada la edad de Soledad, lo que hice fue más bien apartarlas, y yo semiflexionado, volví a metérsela.

La respuesta de Soledad, que esperaba expectante y dejándose hacer, fue morderse los labios fuertemente para recibir mi polla dentro de ella, y así volví a follarla, una vez abierto el camino, la penetré todo lo que pude, notaba que volvía a tensarse, volvía a agarrarse sus tetas como si de ello dependiera todo, otra vez volvía a gemir y volvía a gritar dejándose follar:

- Sí, sí, sí, ¡¡¡siiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!! – Se puso a gritar casi con rabia y….comenzó el espectáculo.

Con este pronunciado sí, Soledad disfrutó un orgasmo salvaje, bestial, de hecho saqué mi polla de su interior para observarla en todo su esplendor: Soledad, con sus 63 años, se soltó las tetas para agarrar con todas sus fuerzas las sábanas de la cama, se tensó como un palo, con sus piernas bien abiertas y de nuevo se meó encima, esta vez con un pequeño y fuerte chorro, que casi cesó al instante y al que siguieron otros dos chorros cortos que en ese momento me parecieron auténticos géiseres, para terminar con un hilito de pis resbalando de su depilado y sorprendentemente abierto coño, tras lo cual, notándola algo más relajada, pero aún tensa, gritó:

- ¡¡¡¡Joder!!!!! Diosssssss…-

Momento en el que yo aproveché para quitarme el condón y colocarme encima de ella con la polla a la altura de su boca, metiéndosela en ella y chupándola con una gran alegría volvió a sorprenderme gratamente, y es que además de mamármela como una maestra, agarrándola con una mano, con la otra se puso a masajearme los testículos, y no paró ahí, sino que no tardó en masajearme el ano…

En ese momento estaba centrado en disfrutar y aquello me estaba encantando, me puse a gemir ya al borde de correrme y Soledad lo entendió así, se puso a cascármela más rápidamente, los movimientos de su lengua en mi glande eran maravillosos y su dedo acariciando mi ano eran una delicia, llevaba tanto tiempo follando con ella que casi me dolía:

- Sigue así, deja que me corra, sigue, sigue…-

Y me corrí. Fue de esas corridas en las que incluso notas calambres en el cuerpo. Con los ojos cerrados sentí como mi polla expulsaba el semen en la boca de Soledad, quien cerró sus labios con fuerza hasta que terminé, y quien tras notar el primer borbotón, introdujo definitivamente su dedo en mi culo para darme un mayor disfrute.

Cuando terminé y volví en mí, me retiré a un lado mirando a Soledad, con su pelo hecho un desastre, el rimmel totalmente corrido y con la boca bien cerrada y llena de mi leche, se empezó a reír de tal forma que el semen le empezó a resbalar por los labios, levantándose rápidamente hacia el baño con el fin de echarlo antes de tragárselo…

Cuando volvió, y mientras yo ya me estaba poniendo mi ropa interior, inició la siguiente conversación

- Uffff… hacía años que no follaba, pero creo que este es el mejor polvo de mi vida…

- Puffff…pues no se nota…follas genial…- la dije con una sonrisa.

Ella rio y respondió.

- ¿Entonces repetiremos?- la propuse.

- Cuando quieras…

Y amig@s...claro que repetimos cuando nuestras agendas están disponibles, y es que debo decir que si las mamis tienen mucho que enseñarnos, las abuelitas también tienen mucho que decir…