lunes, 24 de febrero de 2020

Vuelta a casa de mi tía


¡Muy buenas amig@s! 

Hoy toca relato, y como de todas las historias sobre mi vida sexual, la que más visitas ha tenido ha sido la que os conté sobre la pérdida de mi virginidad con mi tía Merche, se me ha ocurrido que os debería de contar como me la volví a follar.

Como os conté en mi anterior relato, le estoy muy agradecido a mi tía Merche porque fue ella quien me desvirgó a la tierna edad de los quince añitos, fue mi auténtica profesora en lo que a sexo se refiere, el verano que pasé en su casa follé con ella a diario y me enseñó prácticamente todo lo que necesitaba saber sobre el tema, pero ese verano pasó y además del verano pasó mucho tiempo, ya que mis visitas al pueblo se fueron distanciando en el tiempo, y las veces que iba, no se dio la posibilidad de estar a solas con ella.

Pero felizmente, acabó dándose la ocasión, y es que nuevamente, debido a obras en mi casa, yo me tuve que alojar en casa de mis tíos.

Sinceramente, no tenía muy claro qué podía pasar, por un lado porque no sabía cuál era la situación entre nosotros después de tanto tiempo, mi sensación era de que para ella lo que tuvimos estuvo bien pero ya acabó, de hecho nunca volvimos a hablar sobre el tema porque como os decía, nunca estábamos solos, y por otro lado, el tiempo había pasado sobre todo para Merche, había ganado bastantes kilos y ya no era la belleza madura que fue aquel verano…aun así, como siempre he sido muy inquieto sexualmente, no me gustaba la idea de perder la ocasión de ver cómo había evolucionado, ni de demostrarla a ella lo que había aprendido en todos estos años.

Por aquella época, yo tendría veinticinco años aproximadamente y Merche andaría rondando los cincuenta. Como os decía, su cuerpo había cambiado, nunca había sido esbelta, pero en ese momento se puede decir que estaba gorda, se adivinaba una prominente barriga por debajo de su ropa y unas caderas bastante más anchas de lo que recordaba, pero a pesar de todo, no había perdido su atractivo, y es que su nariz afilada y su rostro joven disimulaban los kilos adquiridos, si bien eran sobre todo sus ojos azules claros lo que daban al conjunto una belleza apetecible, pero no os voy a engañar, lo que de verdad me acercaba a ella era su recuerdo y ante todo, el morbo de que fuera mi tía.

Pues bien, como os podéis imaginar, a esa edad había perdido por completo la poca inocencia que me quedaba y entendí que dado lo que había pasado entre nosotros, podía atreverme a hacer lo que quisiera porque pasara lo que pasara, estaba seguro de que iba a ser nuestro secreto, así que una vez decidido que iba a pasar varias noches en casa de mis tíos, sabía que me iba a follar a Merche, o al menos lo iba a intentar, así que como necesitábamos distribuirnos en varias casas, yo, muy sufrido, propuse pasar las noches en la casa de mis tíos.

Cuando les pregunté si podía quedarme en su casa unos días, debo decir que la primera parte de mis dudas quedaron resueltas, y es que nada más hacer la pregunta, Merche contestó alegremente que por supuesto que podía quedarme, me preguntó cuántos días iba a estar y cuando iba a instalarme, todo ello con una gran cara de felicidad, por lo que asumí que por su parte no iba a haber ningún problema, ni en que me quedara, ni en darme todo lo que quisiera…

Llegó el día y llegué por la noche a casa de mis tíos con mi maleta, dejándome quedarme en la misma habitación donde había estado años atrás y que tan buenos recuerdos me traían…tras lo cual cenamos y vimos un poco la televisión sentados en el sofá, yo al lado de Merche y poniéndome cada vez más cachondo sobre lo que iba a pasar al día siguiente…y cuando dijo mi tío que se iba a la cama, yo también dije que me iba a dormir alegando que estaba cansado, todo ello ante la mirada desconcertada y desaprobatoria de Merche, lo cual me dio que pensar que ella tenía otros planes para mí esa misma noche… pero no era mi caso, y es que lo tenía todo más que planeado…

Sonó el despertador, las 9 de la mañana, mi tío iba a estar fuera hasta las 4 de la tarde, mi tía llegaba a las 11 de trabajar, y mi plan empezaba. Nada más levantarme fui a la habitación de mi tía para abrir todos sus cajones y ver qué podía encontrar…y no tardé en cumplir mi misión, recordaba donde guardaba su ropa interior y me puse a verla, nada del otro mundo, ningún tanga, los conjuntos de bragas y sujetadores blancos y negros, eran la paleta de colores de su ropa interior, salvo un conjunto de color verde oscuro y un body negro que tenía claro que hacía tiempo que no usaba…y por fin lo encontré, sabía que Merche tenía que tener algo así: un consolador negro con forma de polla de considerables dimensiones. Una vez localizado, volví a colocar en el cajón el muestrario de bragas y sujetadores y recogí mi botín en forma de consolador para llevármelo a mi habitación a la espera de la llegada de mi tía.

Escondido en mi habitación como si estuviera dormido, llegaron las 11 y una vez que pude deducir que Merche se había cambiado de ropa, me levanté a desayunar y fui en pijama a la cocina, donde escuchaba que ella se encontraba fregando la vajilla.

- Buenos días Merche, ¿Qué tal?- Fue mi presentación.
- ¡Buenas!- Dijo girándose hacia mí- ¿Has dormido bien?- añadió interesada mientras se secaba las manos.
- Sí, muy bien- respondí mientras me preparaba un vaso de leche- Voy a ver si desayuno…-
- Muy bien, así podemos hablar- 

¡Vaya qué sorpresa! ¿De qué querría hablar conmigo? Aquello en cierta medida me sorprendió, pero como ya tenía decidido lo que iba a hacer, no me importó para nada, es más, esa duda sobre el tema de nuestra conversación me excitó en cierta medida, así que me senté en una silla al lado de la mesa como un niño bueno y esperé los acontecimientos.

Merche se sentó a mi lado en aptitud dialogante y empezó:

- Cuéntame ahora que estamos solos…¿Tienes muchas novias?
- Bueno…no tengo novia, solamente amigas- respondí haciéndome el interesante.
- ¡No me digas! Pues haces más que bien, que eres muy jovencito, luego te casas y ya ves…pasan los días y como si fueras un mueble…
- No digas eso, no me puedo creer que te sientas así…
- ¿Qué no? Tú tío ya ni me toca…- y mirándome de forma insinuante, añadió- si supieras lo que me acuerdo de ti…-
- ¿De mí? ¿Y eso por qué?- Respondí fingiendo sorpresa.
- Bueno…- dijo sonriendo- disfruté mucho durante ese verano…me hiciste sentir mujer…- y susurrándome al oído añadió - y he pensado que esta semana podríamos pasarlo muy bien juntos…- finalizando su propuesto con un mordisco en el lóbulo de mi oreja derecha.

No la respondí. Simplemente me levanté y salí de la cocina disfrutando de su expresión asustada y totalmente desconcertada… desde luego que no esperaba para nada esa reacción, pero cuando me vio entrar de nuevo en la cocina con su consolador de la mano, la apariencia desolada que me encontré a mi vuelta cambió a una cara de enorme felicidad, solo la faltó aplaudir:

- De momento quiero que juegues con esto…quiero verte-

E inmediatamente me lo quitó de mano y se lo metió en la boca simulando una mamada mientras yo colocaba una de las sillas en el centro de la cocina, la cual ocupé yo, y la otra justo enfrente, la cual la indiqué que ocupara ella.

Antes de sentarse, y ante mi atenta mirada, Merche se desabrochó por completo la bata y la dejó en el suelo, luciendo un sujetador y una braga blanca bastante comunes, tras lo cual se desabrochó el sujetador, dejándolo igualmente en el suelo.

En esos momentos, mientras miraba como se quitaba la ropa, me di cuenta de lo que significa el paso del tiempo. Como os comentaba anteriormente, Merche había engordado bastante, en su desnudez pude observar unas gigantescas tetas, ahora verdaderamente caídas y con alguna que otra vena haciéndose notar dada la palidez de mi amante, una prominente barriga y unos “michelines” que desbordaban por encima de sus bragas, pero lo que más me llamó la atención fue otra cosa, su culo, el cual recordaba prieto y que en ese momento era grande, fofo y con celulitis…

En cualquier caso, ahí estaba yo, no había marcha atrás y Merche se había sentado en su silla para enseñarme como utilizaba su consolador. Había dejado su aparato de placer al lado de su asiento y se empezó a sobar las tetas, apretándoselas y lamiéndolas, unas veces cerrando los ojos y otras mirándome a mí, se la veía en extremo excitada, medio abriendo la boca enseñándome su dentadura…una de sus manos se deslizó por debajo de la braga y en ese momento exhaló un suspiro, se podía adivinar como jugueteaba en su coño mientras con la otra no dejaba de acariciarse los pechos hasta que decidió que su ropa interior era un estorbo y decidió sacársela, apareciendo un coño peludo y cogiendo su consolador susurró:

- Ahora vas a ver lo que hace tu tiita con esto…-

Nada más cogerlo, se lo introdujo en el coño echando la cabeza hacia atrás y lanzando un fabuloso gemido…se lo metió un par de veces sonando el inconfundible ruido de coño mojado…chof, chof y se comenzó a frotar la punta con su clítoris en movimientos circulares y de arriba abajo…desde luego, viendo lo que estaba viendo, tenía la polla como una auténtica piedra, y al comenzar a verla disfrutar con su aparatito, empecé a acariciarme por encima del pantalón del pijama sin quitarla el ojo de encima:

- Enséñame cómo la tienes…- me dijo medio jadeando.

Y eso hice, me quité los pantalones del pijama, me recosté en mi silla y me la di un par de estirones para que se izara tras el cautiverio al que la había sometido y que ella pudiera verla perfectamente, y justo en ese momento Merche se agarró uno de sus pechos y se metió casi por completo su consolador en el coño con otro gran gemido, tras lo cual aceleró su ritmo de entrada y salida, suspirando y gimiendo:

- ¿Ves lo que hace tu tiita? ¿Quieres metérmela, verdad? ¿Quieres follar a tu tiita, eh?

Esto y otras cosas que no entendía eran las que no dejaba de repetir, Merche era muy dada a perder la compostura conmigo, sabía que el “incesto” la excitaba mucho y yo estaba disfrutando muchísimo viéndola, pero no podía aguantar más así, por lo que me desnudé por completo mientras ella seguía masturbándose, me coloqué a su espalda y comencé a disfrutar del tacto de sus enormes tetas a la vez que mordía los lóbulos de sus orejas y besaba su cuello, lo cual fue recibido por un aumento del ritmo del consolador en el coño de mi tía y gemidos a un volumen más alto:

- ¡Dame tu polla!- Saltó Merche de repente interrumpiendo sus gemidos y agarrándomela con su mano izquierda, casi a traición, metiéndose mi pene todo lo dentro que pudo, pero no era el momento en el que quería que me la chupara, por lo que con un gesto que la dejó desconcertada por un momento, le arrebaté lo que quería y desde mi posición agarré su consolador y comencé a masturbarla yo, metiéndoselo y sacándoselo del coño, disfrutando del sonido acuosos de su mojadísimo coño y observando de cerca la cara de Merche, con los ojos cerrados, la cabeza echada hacia atrás gimiendo como una loca, hasta que por un momento se centró en mi cercanía y sus gemidos callaron por un momento dándome un beso introduciendo su lengua con fuerza y con rudeza, sabía que no iba a tardar en correrse.

- Así, así, así hazlo así, sigue así- decía mirándome a los ojos a la distancia de un palmo.
 - Házselo así a tu tiita- continuó…y ahí ya llegó. 

Abrió su boca por completo, lanzando un grito de placer que duró durante al menos los cinco segundos que seguí penetrándola con su aparato a una velocidad vertiginosa, porque lo abandoné dentro de su vagina y aprovechando que seguía disfrutando su orgasmo con la boca abierta, yo se la introduje justo ahí, en su boca.

Fue placentero observar cómo mientras seguía corriéndose me empezó a chupar la polla con la misma maestría que recordaba, y es que la recordaba como una auténtica maestra del sexo oral, se metía mi polla en la boca casi entera y no tenía necesidad de usar sus manos nada más que para poder respirar o acariciar mis huevos…

- Cómeme el coño- Me pidió sacándose mi falo de la boca.

Nunca he tenido el más mínimo reparo en practicar sexo oral, es más, me resulta placentero, pero es que ese día Merche tenía el coño sin arreglar en absoluto, tenía muchísimo vello, y si bien estéticamente no me resulta desagradable ese tipo de coños, no me resulta lo más cómodo para disfrutar de un buen “cunnilingus”.

- No, te voy a follar, ¿o no quieres?- elegí como alternativa
- Sí, fóllame, te quiero dentro de mí- respondió ella casi abstraída, poniéndose de pie y dirigiéndose a la encimera de la cocina…no podía dejar de fijarme en su cuerpo rollizo, en sus anchos muslos y su celulitis, pero no podía negar que me lo estaba pasando muy bien y que sabía que podía pasarlo aún mejor.

Una vez que llegó a su destino, se flexionó levemente, se pasó la mano derecha por su coño, y me dijo:

- Fóllame aquí-

Y eso hice. Me coloqué detrás y como ella había hecho anteriormente, pasé la palma de mi mano por su coño comprobando que más que mojado estaba chorreando, por lo que sin más contemplaciones, sujeté su gordo culo y se la metí por detrás lanzando ambos un simultáneo gemido.

- Joder qué mojada estás…- indiqué, obteniendo como respuesta nuevos gemidos a los que fui acompañando yo con los míos.

Sabía que a Merche la excitaba sobre manera que la hablaran, que la insultaran, que la trataran con cierta rudeza, no por adivino, sino porque lo recordaba de “sus maravillosas clases de verano” cuando tenía 15 años, y como había deducido, lo que más la excitaba de nuestra relación es que yo fuera su sobrino, así que anduve ese camino:

- Te gusta cómo te folla tu sobrinito, ¿eh?
- Sí…fóllame así- respondió ella casi con rabia, moviéndose más hacia mí de tal manera que ahora mi polla entraba casi en su totalidad en su vagina agarrándome yo con fuerza a sus michelines como si se me fuera a escapar.

Merche no dejaba de gemir con cada una de mis envestidas, apoyó la cabeza encima de la encimera de tal forma que ahora mi pene entraba en su totalidad ayudado por la lubricación natural de su coño, no dejaba de escucharse el chapoteo procedente de su coño, y de esta forma la penetré frenéticamente convirtiendo los gemidos de mi tía en un largo grito entrecortado por mis ininterrumpidas penetraciones.

Una vez terminó de correrse, saqué mi pene, la di un azote en su flácido trasero, provocando un temblor en sus carnes, y la ordené que se pusiera a cuatro patas. Obediente, se colocó como la había ordenado en medio de la cocina y al abrirle los grandes mofletes para volvérsela a meter, saltó a mi vista su ojete.

Como todo el resto de su cuerpo, esta era otra parte descuidada, con algún que otro granito en el culo y con algunos pelos en su raja, tenía una pequeña parte sobresaliente, casi retadora, así que comencé a lamérselo, primero de arriba abajo y después realizando movimientos circulares, si bien dadas las dimensiones del trasero de mi tía, tenía la cabeza prácticamente enterrada en su culo, por lo que tenía que apartar la cara para poder respirar, lo cual no era impedimento para seguir dando placer a mi compañera, ya que mientras respiraba, la masturbaba por detrás frotando su coño con su mano.

Aquello la estaba volviendo loca, tenía el coño literalmente chorreando y con el doble placer que recibía tanto por vía vaginal como por vía anal no dejaba de gemir y de decir:

- Cómete el culo de tu tiita…aaaah…así….cómetelo…aaaaaahhh-

Otra vez estaba a punto de correrse y yo tenía ganas de volvérsela a meter, de manera que eso hice, separé un poco sus flácidos y celulíticos muslos para poder tener cierto contacto visual con su humedísimo coño y con un ligero y certero movimiento se la metí hasta el fondo. Aquello no se lo esperaba:

- ¡Joder! ¡Cómo la tienes!- gritó sorprendida. 

Y de esta forma, teniéndola a cuatro, patas empecé a follarla primero lenta y profundamente, para que notara de verdad las dimensiones de mi polla dentro de ella, lo cual logró su objetivo, ya que cada penetración era recibida con un gemido:

- ¿Te gusta follarme así?- me preguntó.
- Sí…me gusta follarte a cuatro patas…-respondí
- ¿Has visto qué puta es tu tiíta?- volvió a preguntar. Yo no sabía si esa pregunta era para mí, pero decidí sumarme a ello.
- Sí…-y en ese momento aceleré el ritmo, empecé a penetrarla mucho más rápidamente, en un movimiento que iba casi desde el principio de su vagina hasta la mayor profundidad que podía alcanzar dentro de ella -…eres muy puta…te dejas follar por tu sobrino…puta…-continué diciéndola lo que quería escuchar.

Era verdaderamente hipnotizante ver los bamboleos de su grasa con cada una de mis acometidas, se formaba una pequeña ola originada con los golpes de mi vientre en su culo que se iba extendiendo por la grasa de los michelines, el único apoyo firme eran mis manos sujetando su trasero mientras la follaba, yo estaba muy excitado y toda esta escena a mi tía la excitaba sobre manera, no paraba de gemir y después no dejaba de lanzar gritos de “fóllame así”, que pasaron a ser “así”, hasta que en un así la i se hizo mucho más larga y finalizó con un nuevo grito casi animal que volvía a entrecortarse por mis acometidas.

Tras este nuevo orgasmo de Merche, teniendo en cuenta que la tenía durísima, y que situado como estaba detrás de ella, no dejaba de ver su pequeño ojete decorado por algún que otro pelo abriéndose y cerrándose, me dije, se la voy a meter por el culo, así que separé sus gigantescos muslos, me agarré mi pene y se la metí por detrás:

- ¡Por el culo noooooo!- Gritó Merche casi a la desesperada, y volviendo en sí tras su orgasmo al encontrarse con parte de mi polla en su ano.
- Sí, por el culo sí- la respondí autoritario- -¿O no le vas a dejar a tu sobrinito follarte por el culo?- añadí algo más conciliador.
- Solo un poco…no me cabe más…- respondió ella algo más tranquila.

Así que seguí follándola el culo, no metiéndosela entera sino poco más que la punta, no tenía el ano dilatado y dada la ausencia de lubricante, no quería tampoco hacerla daño. Notaba a Merche en tensión, casi con miedo del estropicio que podría ocasionar mi pene en su recto, así que para relajarla un poco, me puse a gemir un poco y a darla un poco de conversación.

-Ummmm…qué culo tienes…sabía que ibas a dejar que te la metiera...-

Ella seguía en tensión, notaba que aquello no la estaba resultando especialmente placentero ya que fue el único momento en el que ni gemía, ni decía barbaridades, simplemente expulsaba el aire de forma ruidosa cada vez que mi pene exploraba el interior de su culo, pero siendo egoísta, yo sí estaba disfrutando metiéndosela por detrás, debo reconocer que después de iniciarme con Mayka, me quedé enganchado del sexo anal, así que seguí con lo que estaba, metiendo la parte de mi polla que resultaba asequible para mi tía, si bien ante la permisividad de ella, intenté encontrar un acomodo más profundo con un par de acometidas más fuertes, llegando el rechazo de Merche, quien reaccionó gritando

 -¡Paraaaaaa! ¡Paraaaaaaa! ¡Me duele muchoooooooo!-

Y por supuesto, paré. Saqué mi polla de su ano tras lo cual Merche se tumbó en el suelo.

Era casi dantesco verla así, tumbada de lado con sus grandes tetas  tocando el suelo al igual que su prominente barriga, en ese momento era una gran masa de carne con la mano derecha entre el culo, con gesto protector, y cara de dolor, pero a pesar de ello, estaba empezando a tener ganas de correrme y no entraba dentro de mis planes quedarme a medias, así que la ayudé a levantarse, la atraje hacia mí y tras sentarme en una de las sillas donde empezó todo, la dije:
 
- Chúpamela como sabes…quiero correrme…-

Y eso hizo, se metió mi polla en la boca y se puso a chupármela con la maestría que recordaba. En un principio me la empezó a chupar utilizando solo su aparato bucal, casi metiéndosela entera, y después pasó a lamer la punta con su lengua mientras me miraba muy atentamente, como pretendiendo observar los resultados.

- Joder qué bien la chupas…- Tuve que confirmarla.

Y acto seguido volvió metérsela entera en la boca, casi con ansia y casi atragantándose con ella, ahora alternaba ayudándose con la mano y masajeándome mi escroto, a la vez que yo agarraba su cabeza  indicándola que lo estaba haciendo genial, hasta que apartó la cabeza y se puso a masturbarme casi furiosamente, mientras me miraba y me decía:

- Córrete…dale la leche a tu tiíta…la quiero toda…-

Yo estaba ya casi a punto, así que me levanté de la silla, me coloqué a su lado y me comencé a masturbar a la altura de su cara, ayudado por Merche que con su experta visión me comía el escroto, iba a correrme de forma inmediata.

- ¡Joder sigue así! ¡Me voy a correr!-

Y con un pequeño movimiento por mi parte, eso hice. Me corrí en su cara y recuerdo a Merche cerrando los ojos entre asustada y sorprendida ante el volumen de mi corrida, yo veía salir mi semen y saltar hacia los ojos y sobre todo el pelo de mi tía, acabando pasando mi pene por su boca, terminando por fin mi clímax pasando ella su lengua por el glande y con un ojo cerrado, evitando el contacto con mis fluidos.

El espectáculo de Merche medio sentada en el suelo de la cocina y con mi semen entre el ojo y su pelo, me transportó a aquella adolescencia en la que yo perdí mi virginidad y aprendí gran parte de lo que hoy sé, y mientras yo pensaba en ello y ella se levantaba  camino del baño, mi tía comentó:

- Pufff…que semana vamos a pasar tú y yo juntos…-

Y efectivamente…fue una semana maravillosa.