viernes, 26 de noviembre de 2021

Mi vecina Pilar (II)

 

¡Muy buenas amig@s! Aquí continúa mi primer fin de semana de sexo con Pilar.

Como os contaba en el post de ayer, tras muchas vicisitudes, por fin conseguí follármela, o bueno, para ser más exactos, por fin conseguí tener sexo con ella.

Cuando Pilar se fue me quedé totalmente frustrado. Con todo lo que había pasado entre nosotros y con todo lo que acababa de pasar, me parecía increíble que no hubiera conseguido follar con ella, si bien, en honor a la verdad, me sentía satisfecho, y no solo eso, me pasé lo que quedaba de noche extraordinariamente excitado, sobre todo por lo que podía pasar al día siguiente…

Conseguí irme a la cama conteniendo las ganas que tenía de masturbarme y por fin llegó el día siguiente, domingo, y además casi eran las 10:00, la hora a la que había quedado con Pilar, así que me levanté de la cama a toda prisa, me di una ducha y desayuné frugalmente, ansioso porque llegara la hora, y aunque parezca extraño, nervioso por el nuevo encuentro.

Casi sin darme tiempo a prepararme, sonó el timbre de mi casa, un solo toque, seguido por una tímida llamada a la puerta con los nudillos de la mano. No tenía ninguna duda de que era ella…

Me dirigí a la puerta corriendo y recién vestido, y tras un par de hondas respiraciones para calmar los nervios, abrí la puerta. Era Pilar.

-        ¡Hola! – la indiqué que pasara.

-        Hola R- y pasó dentro casi atropellándome. Una vez dentro y tras cerrar la puerta, añadió nerviosa- Ufff…casi me ven tus vecinos entrando en tu casa…

No pude evitar reírme ante esa observación, aunque también debo decir que esa idea de hacer algo prohibido y a escondidas, también logró excitarme.

-        No te preocupes, simplemente vienes de visita, ¿no?

Pilar rio divertida, la invité a sentarse al sofá donde la tarde-noche anterior me había pajeado y la serví un café aprovechando que lo acababa de preparar para mi desayuno.

Comenzamos a charlar sobre temas triviales, un poco por romper el hielo, pero sobre todo, por qué no decirlo, porque ninguno de los dos sabía cómo sacar el tema por el que ambos estábamos allí.

Mientras hablábamos, no dejaba de fijarme en el cuerpo de Pilar. Ese día había escogido un vestido blanco de tirantes que dejaba ver un poco de canalillo por arriba y que enseñaba medio muslo por debajo, junto a unas sandalias con plataforma. Mientras hablaba, no dejaba de recordar sus tetas arrugadas y algo caídas, e intentaba adivinar lo que escondía debajo de la parte inferior de su ropa…

No paramos de charlar sobre temas intrascendentes y yo me estaba empezando a impacientar, ya que mis padres volverían después de la hora de la comida y por nada del mundo quería que me faltara tiempo para hacer lo que fuera que esta vez Pilar quisiera hacer, así que decidí desviar el tema hacia lo que me interesaba y aprovechando un mínimo momento de silencio, la pregunté:

-        Ayer me dejaste…no sé cómo decirte…sorprendido…

-        ¿Por qué?- repreguntó Pilar con verdadero interés.

-        Porque pensaba que ibas a pasar aquí más tiempo…te fuiste casi corriendo…

-        ¡Ah!...por eso…bueno…tenía un poco de prisa…- respondió bajando la cabeza

-        Vaya…podrías haberme avisado, yo te hubiera esperado…¿Qué tenías que hacer?- Inquirí con curiosidad.

-        Bueno…es que…ayer pasaron cosas contigo…y necesitaba…hacer una cosa…- A Pilar la costaba hilvanar lo que quería decir, no la salían las palabras y seguía hablando con la cabeza baja, como no queriendo decir lo que quería decir.

Con las pistas que me daba, ya había adivinado lo que había hecho, pero viendo su nerviosismo, y casi a modo cruel, la presioné para que siguiera hablando.

-        ¿Hacer qué?

-        Bueno…ya sabes…ayer hiciste una cosa…te quedaste relajado…y yo no pude hacerlo…- siguió casi de forma avergonzada.

-        Creo que ya sé que quieres decir…- respondí sonriendo pícaramente- tuviste que irte a casa corriendo a masturbarte, ¿verdad?

-        Sí…

-        No sé por qué te fuiste Pilar…yo quería que lo hicieras aquí conmigo…y para que lo sepas, ayer yo no hice nada, lo hiciste tú…y lo hiciste muy bien…- continué a modo halagador.

Pilar no respondió, estaba roja como un tomate, así que me acerqué a ella y empecé a besarla el cuello y la susurré al oído:

-        Hoy quiero que te masturbes para mí.

-        No…me da muchísima vergüenza…mejor hazlo tú…como ayer- me respondió Pilar sobresaltada, como si la hubiera pedido algo horrible.

No me hacía mucha gracia repetir lo que habíamos hecho el día antes, pero estaba ya verdaderamente cachondo y quería ver cómo se desarrollaban los acontecimientos, así que apartándome un poco de ella me desabroché el cinturón y la bragueta de los pantalones vaqueros, me los bajé por debajo de las rodillas y, sentado a su lado con mi pene en erección, la dije:

-        Ayer lo hiciste muy bien…hoy quiero que me hagas tú correr…

Pilar seguía mirándome de reojo, pendiente de lo que hacía, pero tras mi proposición, agarró mi polla sin decir ni una palabra y se puso a acariciarla suavemente, como si fuera un peluche, ahora ya sí que la veía con verdadero interés, mirando fijamente mi falo, y se puso a masturbarme, moviendo su mano de abajo arriba, parecía querer memorizar todos los detalles de lo que hacía.

-        Qué dura está…- observó

-        Es que me pones muy cachondo…-

Su respuesta fue una sonrisa de medio lado, creo que la gustaba que la hicieran sentir una bomba sexual, y tras parar un momento, y como si pretendiera recompensarme, se puso en pie:

-        Te voy a enseñar las tetas…-

Yo sonreí agradecido y por dentro de mí no dejaba de pensar lo extraño que era todo con ella, desde el día anterior prácticamente tenía que pedir permiso para todo y ahora de repente ella misma se ofrecía a enseñarme las tetas haciéndome sentir un privilegiado, pero ahí estaba, sentado con la polla fuera y con Pilar delante de mí, bajándose la parte superior del vestido y desabrochándose un sujetador blanco de lo más común, tras lo cual se quedó de pie sin saber muy bien cómo continuar, así que una vez más decidí tomar la iniciativa:

-        ¿Me la chupas un poco?

-        Vale… -

Respondió con poco convencimiento, pero lo importante es que lo hizo, se arrodilló delante de mí. En un primer momento se puso a besarme la polla como si estuviera besando una mascota, haciéndolos sonar de una forma forzada, era verdaderamente extraño ver a una mujer de su edad haciéndolo, pero no tardó en hacer algo más, a pasar la lengua de arriba abajo, lo cual, a pesar de que parecía que estuviera lamiendo un helado, me empezó a gustar más, hasta que por fin se la metió en la boca, solamente la punta, y me la empezó a mamar como la había indicado el día anterior.

-        Uffff…qué bien lo haces…. aaaahhhh….parece que lo llevas haciendo toda la vida…aaaahhhh….

Siempre me ha gustado la charla mientras practico sexo, pero es que además sabía que a Pilar aquello la excitaba, y es que en aquel momento estaba echado hacia atrás disfrutando de la mamada que me estaba haciendo mi querida vecina, pero en cuanto me eché hacia adelante, no pude evitar observar como Pilar se frotaba los pechos a hurtadillas, pretendiendo que yo no la viera.

-        Ven…siéntate aquí, a mi lado- la ordené señalando un hueco a mi izquierda.

Pilar estaba arrodillada con mi polla en la boca y cara de sorprendida, y sin decir nada, se sentó donde la decía, igualmente sin decir nada y totalmente inmóvil, así que fui yo el que me acerqué a ella y me puse a lamer sus tetas, a pasar mis lengua por sus pezones, a acariciarlos…de refilón observaba que ella había cerrado los ojos  y parecía abandonada a disfrutar de lo que estaba haciendo, así que decidí ir un poco más allá, y sin preguntar mi mano derecha fue a hacer una excursión hacia el sur, primero en su muslo, acariciándolo suavemente, y ascendiendo poco a poco hasta que llegó a la tela que cubría su coño:

-        No…para ahí…- susurró Pilar.

Apartando un poco mi boca de su pezón, pero acariciando por encima de sus bragas su coño respondí:

-        Lo tienes mojadísimo…déjame tocártelo…

-        No…hoy no…- continuó en sus trece.

En un momento se me pasó una idea por la cabeza, y la expresé:

-        Vale…pero mastúrbate para mí- propuse con firmeza.

Y sin decir una palabra más, me miró con los ojos entrecerrados, se recostó en el sofá y se sacó el vestido junto con las bragas. Por fin había conseguido que se desnudara por completo y no solo eso, se iba a masturbar para mí, lo cual empezó a hacer de forma inmediata.

Para obtener una mejor visión me puse en pie y me terminé de desvestir ante Pilar, que me miraba fijamente frotándose el clítoris en movimientos lentos y circulares, sin descuidar sus tetas, las cuales se frotaba con su mano izquierda. Una vez totalmente desnudo, y estando más cachondo que un mono tití, me puse a pelármela delante de ella lentamente, disfrutando de lo que tenía ante mí, observando su cuerpo, las tetas algo caídas y arrugadas, coño extraordinariamente peludo, y pretendiendo que aquello durara:

-        ¿Te gusta mi cuerpo? - Susurró Pilar mirando fijamente con los ojos entrecerrados.

-        ¿Tú has visto cómo tengo la polla? – Dije a modo de respuesta, agarrándomela desde detrás, destapando el capullo y haciendo que incluso pareciera más grande de lo que ya estaba.

Creo que mi respuesta la satisfizo enormemente, porque en ese mismo instante empezó a mover sus dedos mucho más rápido, cerró los ojos y puso cara de estar haciendo un esfuerzo sobre humano, su movimiento no tardó en ser vertiginoso y empezó a emitir pequeños grititos, sonidos similares a los de las ballenas en el mar, cada vez más rápidos, que se interrumpieron cuando empezó a susurrar para sí misma:

-        Qué puta soy, qué puta soy…-

Hasta ese momento, nunca había vista nada igual, me quedé bastante descolocado ante lo que estaba presenciando, y con todo lo que estaba pasando con Pilar, aquello era decir mucho, pero aún quedaba la traca final, y es que por fin se corrió.

Nunca olvidaré aquello.

En el mismo momento en el que se corría, se introdujo dos dedos en la vagina en su totalidad y se quedó con ellos dentro totalmente quieta, con la boca abierta, los ojos en tensión, la cara totalmente desfigurada y con un rictus en el rostro como si estuviera sufriendo un derrame cerebral, hasta que finalmente soltó todo el aire que había guardado en sus pulmones con un enorme rugido bestial y se sacó los dos dedos introducidos en la vagina totalmente embadurnados de su propio flujo vaginal, manteniendo la boca abierta y observando con cara de enorme sorpresa su dedos viscosos y chorreantes.

Aquello era ya más de lo que podía soportar, la tenía tan dura y estaba tan excitado que sin preguntar, y aprovechando que Pilar parecía estar ausente, la aparté las piernas sin ninguna dificultad, me agarré la polla y se la metí por el coño.

-        ¡Aaaaaaaaaah!

Esa fue la respuesta de Pilar a mi brutal penetración, que sintiendo mi polla dentro de ella había vuelto en sí, y es que aprovechando la extraordinaria lubricación de su vagina y la preparación previa que se había hecho ella misma penetrándose con sus dedos, había logrado el escenario perfecto para que mi polla se acoplara casi en su totalidad a su coño.

Como os he dicho, estaba extraordinariamente excitado y, tras encajar mi pene en sus bajos, me puse a follarla con rapidez y casi con ansiedad.

-        ¡Ay Dios! ¡Ay Dios! ¡Ay Dios! –

Acababa de empezar a follarla y estaba volviendo a perder la cabeza, cara a cara como estaba con respecto a ella, la podía ver con los ojos cerrados, encerrada en sí misma y en lo que fuera que estuviera pensando:

-        Me viene otra vez, me viene otra vez…- comenzó a susurrar.

En ese momento decidí cambiar de posición, la coloqué las piernas contra mi pecho formando ella un perfecto ángulo recto con respecto al sofá, y levantándola un poco las caderas para conseguir una penetración aún más profunda, y tras percatarse de que ahora sí que mi polla llegaba a llenarla por completo, abrió los ojos como platos mirándome fijamente y con expresión de sorpresa:

-        ¡Ay señor! ¡Ahora sí me viene! ¡Ahora! ¡Ahora!

-        ¡Joder qué bien follas Pilar! Me encanta tu coño…córrete ya, córrete para que te vea…-la animé acelerando el ritmo.

Follándola rápidamente como estaba, me interrumpía y no dejaba de susurrar para sí misma:

-        Ay Dios mío, ay Dios mío, me viene otra vez, me viene otra vez, que puta soy, soy una puta…-

Ahí calló y empezó el espectáculo del que era espectador privilegiado.

Se quedó completamente parada, los ojos medio cerrados, la boca medio abierta y con la mandíbula torcida y estirándose un pezón, ni siquiera respiraba, hasta que de repente pareció volver en sí, abriendo la boca y los ojos de par en par, tanto que parecían que se la iban a salir de las cuencas, y terminó lanzando un grito soltando todo el aire que tenía dentro, coincidiendo con una profunda acometida, dejándosela metida bien adentro hasta que noté que había terminado de correrse.

Al igual que en su primer orgasmo, Pilar se quedó completamente quieta y con la boca abierta, como sorprendida por lo que la estaba pasando y con cara de no saber muy bien por dónde continuar, pero yo sí que lo sabía, así que sacándola mi polla y bajando sus piernas, la dije:

-        Quiero follarte a cuatro patas, colócate aquí-

Dejándose indicar sin oponer ninguna resistencia, la coloqué con las rodillas en el reposabrazos del sofá y con la cara pegada a los cojines del mismo, y yo de pie detrás de ella. No pude evitar recrearme en las vistas, en esa postura tan poco decorosa, podía disfrutar de un primer plano de sus agujeros, el ojete se veía arrugado, con algún pelillo adornando el agujero, pero ahora ese no era mi objetivo, no iba a poder aguantar mucho más sin correrme y quería gozar de esa postura por su otro agujero, este mucho más peludo.

Notaba a Pilar a la expectativa de lo que iba a hacer, y lo primero fue darla un pequeño azote en el culo, tras lo cual acaricié desde detrás su clítoris, frotándolo lentamente y recreándome en su tacto, notaba que aquello la estaba gustando a mi compañera, y es que nada más empezar a acariciarla ya empezaba a notar jadeos ahogados en el cojín del sofá, así que aprovechando el grado extraordinario de excitación de Pilar la introduje sin más prolegómenos dos dedos por la vagina, consiguiendo llegar hasta el límite de los mismos sin ninguna dificultad dada la gran lubricación de su coño y siendo recibida esta penetración manual por un suspiro mucho más grande.

De esta forma la empecé a masturbar, penetrándola profundamente, pero con dulzura, observando de qué forma tan sumisa se estaba dejando masturbar y cómo estaba disfrutándolo, los suspiros se habían acompasado con mi ritmo, y como las veces anteriores, quería que otra vez se corriera y disfrutar de ese espectáculo:

-        ¿Te gusta verdad? ¿Te gusta que te meta los dedos?

-        Sí…sigue haciéndolo así…- respondió Pilar en susurros y suspirando.

-        ¿No quieres que te meta la polla?

-        Sí…ahora…esto me gusta…

Así que viendo que aquello la estaba gustando, seguí masturbándola, esta vez a un ritmo más rápido y alternándolo con el tacto de su clítoris, que, dicho sea de paso, notaba de un gran tamaño, ahora sí que Pilar estaba en la antesala de su tercer orgasmo, una vez más comenzó con pequeños susurros que no llegaba a entender, interrumpidos por jadeos y llegado ese momento, decidí animarla un poco más:

-        Ahora sí que te la voy a meter…- la dije dejando libre su vagina y colocándome en posición- ¿La quieres dentro?

-        Ahora sí…-respondió girándose expectante a lo que fuera a hacer con los ojos medio cerrados.

Y sin más preámbulos, la di un cariñoso azote en su voluptuoso trasero, y separando un poco sus caderas, con un pequeño golpe de riñón, mi pene no tuvo ningún problema en introducirse en su vagina casi en su totalidad, siendo recibido con un sonoro suspiro y…

-        Esto me va a gusta…Ooooooh Dios…Ooooooh Dios…-

Otra vez Pilar volvía a su ritual previo al orgasmo…y yo estaba a cien, la estaba follando en una postura que me encantaba, la sujetaba su culo con firmeza y mi cadera hacía el resto, la estaba sometiendo a unas penetraciones profundísimas y completas, el movimiento dentro de ella era total, en mis acometidas procuraba que mi pene se deslizara desde la punta hasta que notaba el tope de su coño y mi ritmo ahora era más rápido:

-        ¿Te gusta que te follen a lo perrito?- pregunté

-        Ooooooooh…Señor…siiiiii me encanta que me hagas eso…oooohhh…así…así…oh Dios, oh Dios, otra vez me viene, otra vez, otra vez…

Y aquello ya fue la traca final para Pilar: se corrió por tercera vez y no me defraudó.

Viendo cómo se había corrido anteriormente, en cuanto se quedó callada e inmóvil, se la metí todo lo dentro que pude, y viéndose así ensartada pude observarla medio girada, con el rostro una vez más completamente contraído, como sufriendo una apoplejía, y dado que yo también estaba a punto de correrme, me puse a moverme dentro de ella como lo había hecho anteriormente pero más rápido, y entonces Pilar lanzó unos pequeños grititos extremadamente agudos:

-        ¡Ay!, ¡ay!, ¡ay!, ¡ay! ¡Dios! –

Y se puso a temblar, ahora sí que parecía que la estaba dando algún ataque, de hecho, la saqué la polla y me puse a observarlo en el pensamiento de que de verdad la estaba pasando algo, pero cuando comprobé que lo que la pasaba es que estaba sufriendo un enorme orgasmo, disfruté observándola

Era maravilloso verla, estaba totalmente despeinada, y una vez más con la boca abierta, los ojos como platos y carente de actividad, como si hubiera tomado algún tranquilizante, y es que ese último orgasmo la había dejado definitivamente fuera de combate, así que como yo quería correrme y sabía que la iba a hacer ilusión, cogiendo su mano derecha, la llevé a mi polla y la dije:

-        Quiero que me hagas una paja, quiero correrme y que lo veas…

A pesar de su aparente inactividad, no se hizo de rogar y me empezó a masturbar a toda velocidad y sin ningún miramiento, la expresión de su rostro era de pura expectación, tenía colocada la polla a un palmo de sus pechos, el movimiento de su muñeca era majestuoso:

-        Joder qué bien lo haces, joder, me voy a correr, me voy a correr…- avisé.

Y Pilar siguió acelerando aún más, hasta que por fin me corrí. Había aguantado tanto el final que me resultó incluso doloroso, fue de ese tipo de corridas con las que parece que te quitas un peso de encima, y en ese instante en el que estás soltando todo tu semen, sientes que estás ausente de todo, simplemente te abandonas a este placer, por eso esa vez fui yo quien lanzó un gran grito de placer, cerré los ojos y me eché hacia atrás, notando sólo cómo las ráfagas de mi leche salían de mi pene y Pilar seguía meneándomela…hasta que por fin solté todo lo que tenía guardado y ya me volví a ubicar.

En el momento en el que miré a Pilar, ésta se encontraba comprobando que no quedaba nada de semen dentro de mí y se mantuvo inmóvil sin soltar mi polla goteante, con la lefa corriendo por su mano, con la boca abierta en forma de O y los ojos como platos, observando pensativa lo que acababa de conseguir, y no solo eso, el rastro de semen había ido a caer entre sus pechos y resbalaba abundantemente entre ellos.

Nos quedamos así un momento y cuando ella levantó la vista para mirarme, no pude evitar preguntarla:

-        ¿Qué tal, te ha gustado?

-        Si…si…- respondió como intentando recuperar la respiración-

Contento por la respuesta, me puse en pie y añadí a modo halagador:

-        Creo que nunca me había corrido así…follas genial…tienes un cuerpo precioso y me encanta tu coño…y además me la has cascado estos días muy bien…

-        Sí…yo también lo he hecho…unas cuantas veces…-seguía respirando entrecortadamente mientras intentaba limpiarse mi semen con sus manos- ¿Tienes algo para poderme limpiar? Me has dejado buena…-añadió ahora sonriente ya en sí.

-        ¡Claro! - reí mientras la acercaba un paquete de clínex- Podríamos repetir más veces…¿Te apetece?- la pregunté mientras yo mismo me limpiaba mis partes y la observaba limpiándose las manos y los pechos.

-        Sí…vale…-respondió tímidamente.

Y sí amig@s, repetimos, Pilar vivía sola y las visitas a su casa se convirtieron en habituales, pero por circunstancias de la vida, principalmente que comenzó a salir con un hombre de su edad, nos dejamos de ver durante años, hasta que, un fin de semana de visita a la casa de mis padres, coincidimos en el portal…y volvimos a follar.